Dune: Liet, servidor de dos amos

Una expresión abatida asomó en el rostro de Liet-Kynes. «Si, yo sirvo a dos amos. Es como si yo estuviera sometido por un par de lobos rabiosos, uno frente al otro, cada uno de ellos perverso y poderoso». Él bajó su voz. «Así es como fui capaz de conseguir que escaparais de la prisión Harkonnen».

«Lo sé», Chani estaba triste al decir aquellas palabras. «Todavía no te agradecí que salvaras nuestras vidas».

«Vosotros tratabais de hacer lo que era necesario, pero por el camino equivocado». Liet continuó. «Si, juego más de un papel, pero todo lo hago por Arrakis, por el gran sueño ecológico de mí padre. Por mi sueño». La miró duramente. «El Imperio es simplemente una herramienta, pero los Fremen son un arma».

Estando junto a él , Chani tocó su propio cryscuchillo. La hoja lechosa había sido modelada del diente caído del sagrado gusano de arena, y no había arma más mortal y perfecta que la gente del desierto pudiera usar.

«Y con suficientes Fremen como armas», Chani dijo en voz baja y ronca, «tendremos un ejército».

Una mirada sutil apareció en el rostro barbudo de su padre. «Cuando llegue el momento adecuado. Cuando estemos listos».

Chani observó las dunas bañadas por el sol que iban hacia el horizonte, y el cielo que parecía estar pintado con vetas de color marrón, los signos de remolinos lejanos.

Una tormenta estaba a punto de llegar.

«Princess of Dune» de Brian Herbert y Kevin J. Anderson.

 

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