«La Hermandad de Dune», traducido (IV)

CAPITULO 46

No tengo miedo de usar cualquier arma a mi disposición—y la información puede ser el arma más mortífera de todas.

JOSEF VENPORT, memo interno de VenHold.

Cuando Draigo Roget llegó a Kolhar, regresando tras sus intensivos y costosos estudios en Lampadas, Josef Venport lo recibió como un héroe que volvía a casa.

El naciente Mentat llevaba una túnica negra y ondulantes pantalones negros. Salió de la lanzadera y se puso a parpadear en la luz del sol del mediodía, mirando a las torres del espaciopuerto, la sede administrativa de la flota espacial y las estructuras de bloques de las plantas de fabricación de motores. Josef y un pequeño comité de bienvenida cruzó a toda velocidad a través del campo de aterrizaje en un zumbante vehículo de tierra. Cuando bajaron, Draigo se adelantó a hizo una breve reverencia a su benefactor.

Su plan funcionó a la perfección, señor.

Josef estrechó la mano del hombre con energía, y luego dio un paso atrás y miró Draigo, observándole de arriba a abajo.

Has cambiado. Toda tu conducta se ve mucho más… intensa—Lo dijo como un cumplido.

Draigo asintió ligeramente.

Y la concentración. Fue un proceso largo y difícil el convertirse en un Mentat, pero usted no se arrepentirá de su inversión.

Josef no podía dejar de sonreír.

Eres uno de los primeros candidatos que colocamos en la escuela, y yo espero que otros se unan a nosotros en breve. VenHold requiere Mentats cualificados—Planeaba utilizarlos para supervisar las cuentas en sus operaciones bancarias en diferentes planetas, y los subsidiarios de VenHold Combined Mercantiles tenían vastos y complejos necesidades de mantenimiento de registros también.

Josef había probado muchos candidatos jóvenes para la formación Mentat, con Cioba realizando entrevistas cuidadosamente en su nombre. Una vez que los mejores fueron seleccionados, su jefe de seguridad, Ekbir, elaboró nuevas identidades e historias vitales completas para los estudiantes antes de que viajaran a Lampadas, y así ocultar sus lealtades ante los posibles observadores Butlerianos, persistentemente curiosos. La Escuela Mentat estaba demasiado cerca y era inquietamente aliada de Manford Torondo y sus bárbaros, y a Josef no le sorprendería que aquellos fanáticos petulantes le negaran a sus candidatos el acceso a la formación especializada. Así, VenHold financiaba secretamente sus matrículas, y aquellos estudiantes no se conocían entre sí, por motivos de seguridad.

¿Así que estoy entre los primeros?—preguntó Draigo—. Estoy muy contento de saberlo.

Muchos más te seguirán—dijo Josef—. Mañana, Cioba y yo vamos a empezar a familiarizarte con el nuevo trabajo que vas a hacer para nosotros.

*

Los dos hombres se destacaban en el campo iluminado por el sol, donde la luz se reflejaba en los tanques cerrados llenos de gas melange. Draigo consideraba las formas mutantes de los candidatos a Navegantes como algo de gran interés. Anteriormente, Josef le había mantenido en secreto las operaciones.

Gracias por haber revelado todo esto para mí, Directeur Venport.

Josef se encogió de hombros.

Un Mentat con datos incompletos es inútil.

Su esposa se ​​unió a ellos, vestida con un traje de etiqueta conservador, su pelo largo fijado hacía arriba bajo un pañuelo. Ella y Norma Cenva habían regresado de su extraño e inesperado viaje a Rossak; Josef no veía con cariño el intercambio de información confidencial entre VenHold y la Hermandad, pero tanto Norma como Cioba, por no mencionar a las propias hijas de Josef, estaban indudablemente vinculadas con esas mujeres, y él sabía que no iba a servir a ningún propósito obligarlas a elegir entre sus lealtades.

Cioba lo siguió mientras caminaban por el lateral de un tanque que había elegido en particular. Josef se asomó a la ventana de observación de plaz curvo y habló sin mirar al Mentat vestido de oscuro.

Lo que has experimentado fue una cosa difícil, Draigo, pero la metamorfosis en Navegante requiere cambios aún más extremos. Este hombre, por ejemplo, es un caso muy interesante. Un no-voluntario en realidad, sino un espía que cogimos en el acto.

¿Un espía? ¿Qué estaba buscando?

Todo lo que estamos haciendo con los Navegantes… pero lo detuvimos antes de que pudiera revelar nuestros secretos a su empleador, Celestial Transport. Yo lo metí en la cámara, con la intención otorgarle meramente una ejecución poética, pero me está sorprendiendo con sus habilidades de adaptación—Josef golpeó con los nudillos en la ventana laz claro. La figura dentro tembló y se volvió como una marioneta de hilos invisibles—. Su nombre es, aparentemente, Royce Fayed, aunque no sé si él recordará una cosa tan trivial como esta después de que la transformación se complete. Mi bisabuela le está guiando. Creo que puede sobrevivir para convertirse en un Navegante después de todo.

El rostro de Fayed parecía distorsionado e hinchado, con los ojos ampliados, sus mejillas redondeadas, y la barbilla derretida como si fuera una figura de cera expuesta a un excesivo calor. Sus grandes ojos parpadearon, pero su boca no se movió. No hizo ningún intento de decir cualquier cosa.

Si él era un espía, ¿entonces él es tu enemigo?—Draigo miró a través de las nubes oscuras en el interior de la cámara—. Lógicamente, no puede ser digno de confianza como Navegante. Dada esta mutación extrema infligida sobre él, ¿cómo puede ese hombre no odiar a Venport Holdings? Si lo colocas a bordo de uno de tus naves plegadoras del espacio, ¿qué lo detendrá a la hora de estrellar la nave con todos los pasajeros y la carga, o llevarla a Celestial Transport? A mi parecer, es un gran riesgo el que estás corriendo.

Norma nos asegura que no hay riesgo—dijo Cioba—. Ahora que la mutación inicial ha ocurrido y su mente se encuentra en expansión, está muy ansioso por convertirse en un Navegante para nosotros. Él desea mucho esto.

Interesante—dijo Draigo sin comprometerse.

Josef sonó más a la defensiva de lo que pretendía.

Si Norma Cenva me dice que confíe en él, ¿cómo puedo  voy a discutírselo? Ella es el corazón de todo nuestro imperio comercial.

Acepto su conclusión, señor. Tendrá todos los Navegantes que se puedan crear, teniendo en cuenta el descubrimiento que hice recientemente—El nuevo Mentat se volvió hacia él con sequedad—. Es mi regalo para usted. Una proyección muy interesante.

Josef enarcó las cejas.

Ahora tienes mi toda atención.

Antes de que completara mi formación como Mentat, Gilbertus Albans y yo estudiamos más de un siglo de registros, de conocidas rutas de vuelo trazadas y los movimientos de las naves de las máquinas pensantes. Después de compilar pistas innumerables, realizamos una extensa proyección Mentat y cada uno de nosotros llegó a la misma conclusión—Draigo sonrió, sacando el suspenso—. Señor, he postulado la posible ubicación de un gran astillero de las máquinas, una instalación de fabricas de reabastecimiento de combustible que con toda probabilidad, tiene un gran número de naves e industrias en órbita. Dado que no hay ningún registro de este depósito -si es que existe- debo concluir que toda la instalación, casi seguro, no ha sido descubierta y permanece intacta.

Josef se iluminó.

Y está allí para que la tomen—Miró a la figura retorcida flotando en suspensores en el tanque repleto de gas—. El espía mencionó que Celestial Transport ha encontrado este tipo de instalaciones, pero no tengo ni idea de dónde están.

Tal vez yo sí—dijo Draigo.

***

CAPITULO 47

Todas las junglas son ecosistemas únicos, y los bosques tropicales de Rossak son incluso mucho más que eso, y más importantes debido a los recursos bioquímicos que provee. Está entre nuestros intereses mantener todo el control posible sobre los recursos de ese planeta.

COMBINED MERCANTILES, reporte confidencial.

Raquella llamó a Valya y a Dorotea a su biblioteca y oficina privada, pero antes de que ella pudiera terminar con sus asuntos, Dorotea la interrumpió, claramente agitada.

Reverenda Madre, estoy preocupada. Una de nuestras acólitas nuevas, la Hermana Ingrid, no ha asistido a sus clases desde ayer. No se encuentra en su habitación. Nadie la ha visto.

Valya se tensó, pero la Reverenda Madre evitó hábilmente mirar en su dirección.

Tu preocupación es admirable, Hermana Dorotea. Enviaré a investigar y a ordenaré a las demás que ayuden en el asunto—Alzó sus ojos, sentada ante su escritorio observando a las dos mujeres a las que había convocado—. Pero tengo cientos de estudiantes aquí en Rossak, y os llamé para discutir sobre una en particular—Anna Corrino. Debido a su rango, debemos asegurarnos de que se la trata adecuadamente. Hermana Dorotea, estuviste con los Corrino por un año. Me gustaría escuchar tus opiniones sobre la Princesa.

Pero la Hermana Ingrid…

Estamos hablando sobre Anna Corrino en estos momentos. Tu evaluación, por favor. -Su voz se elevó poderosamente, llamando la atención de las dos.

Dorotea parpadeó, y soltó un rápido suspiro.

Discúlpeme, Reverenda Madre—Mientras Valya permanecía sentada frente a Raquella, la otra Hermana se paseaba por la sala—. Sí, conozco a los Corrino muy bien, y conozco la personalidad de Anna. No la consienta. Se comporta de manera presumida, frecuentemente quejándose o usando técnicas de resistencia pasivas. Nunca ha demostrado responsabilidad, ni siquiera se ha interesado en aprender sobre las consecuencias de sus acciones.

Nunca tuvo la oportunidad—agregó Valya—. Durante toda su vida, sus hermanos se hicieron cargo de todos los problemas, salvándola de ellos. Actuaba sólo donde podía hacerlo, mientras se relacionaba inapropiadamente en un romance con un joven cocinero de Palacio, forzando a sus hermanos a enviarla aquí a Rossak, a este lugar sólo para que no causara mayores problemas.

Raquella asintió.

Hubiera sido mejor si ella aprendía a ser fuerte y competente por su cuenta. No creo que el Emperador tenga expectativas particulares en nuestra escuela, más que mantenerla lejos de los problemas. Pero estaríamos ignorando una importante oportunidad si no la convertimos en una de nosotras. Un día, Anna Corrino retornará a su familia, y nos aseguraremos de que ella esté dedicada por completo a la Hermandad.

Valya permitió que su frustración se notara en su voz.

No muestra intereses en nuestras sesiones de estudio, ni tampoco en los ejercicios mentales.

Dorotea le preguntó: Tú eres esencialmente su cuidadora, asegurándote de que no se lastime—¿pero qué bien le hestá haciendo eso? Con esconderla y protegerla no se volverá más fuerte. Necesita afrontar los mismos entrenamientos vigorosos que todas las acólitas deben soportar.

Ella es la hermana del Emperador—dijo Valya—. No podemos permitirnos que resulte lastimada.

La Reverenda Madre asintió en consentimiento.

Entonces deberás asegurarte de que no suceda, pero nosotras le estaríamos fallando a Anna si no la entrenamos. Debemos empujarla, no cobijarla. Nuestras metas son mejorar a cada Hermana. Tenemos que movernos hacia adelante, no estancarnos. Exponer las dificultades del cuerpo humano y la psique—con salvaguardas apropiados, desde luego—Asintió, imaginando lo complicado que era aquello—. Pondremos a la muchacha en situaciones de riesgo, la enviaremos en empresas de supervivencia por unos cuantos días. Y deseo que vosotras dos la acompañéis, que la vigiléis. Id a las profundidades de la selva, lejos de la ciudad-acantilado.

Valya comprendió los propósitos secundarios de la Reverenda Madre: ahora que Dorotea comenzaba a hacer preguntas sobre Ingrid, deseaba a aquella mujer lejos de la ciudad-acantilado.

*

A Valya Harkonnen no le gustaba ser forzada a hacer las cosas. La hacía sentirse atrapada, sin control—y había dejado Lankiveil para escapar de aquello. Pero podía ver las ventajas de pasar días en soledad con la hermana del Emperador.

Ahora Dorotea, Valya, y Anna caminaban por una pendiente volcánica rocosa a diferencia de las densas selvas plateadas y púrpuras detrás de ellas. Vestían chaquetas ligeras y ropa de senderismo, y no llevaban tiendas de campaña, equipo, o provisiones. Como primer ejercicio de entrenamiento de Anna, la Reverenda Madre quería que ellas vivieran de la tierra, bebieran agua de las estanques, y comieran bayas, hongos e insectos ricos en proteínas.

Habían estado lejos de las cuevas civilizadas durante tres muy largos y miserables días , pero al menos habían mantenido a la chica Corrino viva. La experiencia era muy diferente de las salidas de Anna por los jardines de palacio.

Como era de esperar, Anna protestó tener que ir a un ejercicio de supervivencia, aferrándose a las comodidades mínimas creadas en las cuevas, pero una severa Dorotea le recordó que una acólita debía seguir las reglas de la Hermandad.

Ya no estás en Zimia. Todas las acólitas son iguales aquí, y la Reverenda Madre determina su asignación.

Valya trató de parecer más simpática.

Es una parte importante de convertirse en una Hermana, nos fortalece. Recuerda, el Emperador dio instrucciones estrictas de que no puedes volver con tu familia hasta que completes tu formación.

La chica le había sonreído a Valya, al menos intentándolo… pero su dedicación se disipó rápidamente. A las pocas horas de su partida del amanecer, Anna se quejó de los pies lastimados, de maleza enmarañada, de los insectos que picaban. No le gustaba el sabor del agua que encontraron en los arroyos y tratados con tabletas antibacterianas, ella afirmaba que estaba desesperadamente hambrienta, pero no quería comer bayas u hongos, y mucho menos los gusanos prisioneros de un tronco podrido. Incapaz de dormir por la noche en el suelo, reaccionaba de forma exagerada a cada pequeño sonido. En la caminata de hoy estaba segura de que se habían perdido, seguía tratando de parar y descansar, o darse la vuelta, pero sus compañeras no se lo permitían….

Tres largos días pasaron. A menudo, Valya y Dorotea se miraban o batían sus cabezas. Para Valya, esto se había convertido en una misión de supervivencia de un tipo diferente….

Ella no podía evitar preguntarse dónde estaría Griffin ahora, si se las habría arreglado para localizar y matar a Vorian Atreides. Con la inteligencia y las habilidades de lucha de su hermano, parecía seguro de que tenía una misión más fácil que esta.

La Hermana Dorotea tenía el hábito de dar una conferencia a sus compañeras sobre lo que era comestible y lo que no, pero su actitud de superioridad y los métodos didácticos se habían vuelto molestos. De sus propios años en el planeta, y muchos meses de trabajo con Karee Marques, Valya sabía muy bien qué comer de la selva. Este era su décimo ejercicio de supervivencia fuera de la ciudad-acantilado; Dorotea, por el contrario, se había ido de Rossak durante años.

Su objetivo era un grupo de piscinas termales que esperaban alcanzar para el mediodía. Visto en atisbos a través del dosel disperso, el cielo era de un gris plomo, dando indicios de lluvia, y hacía más calor allí, lejos de las brisas estacionales en las paredes de los acantilados. Una vez habían subido por encima del nivel de la mayoría de los árboles, el suelo consistía en una áspera roca negra y porosa dejada por un flujo de lava. La roca oscura se juntaba en largos diques, con los dedos verdes de la selva pareciendo fiordos de color púrpura debajo.

Ahora que la prueba estaba a punto de terminar, Valya levantó la vista para ver el cielo gris acrecentarse, oscureciendo todo mientras la lluvia comenzaba a caer. Aminoró el paso y tomó la delantera a Dorotea; incluso Anna comenzó a caminar más rápido, ya que no quería que la dejaran sola.

Quiero llegar a las aguas termales—dijo Valya—, así podremos montar un refugio.

¿Conocías a la Hermana Ingrid?—preguntó Dorotea mientras se abría paso entre la maleza, doblando un helecho que cubría el camino—. La recomendé a Rossak después de conocerla en Lampadas. Estoy preocupada por ella, parece haber desaparecido sin más.

Eso suena melodramático—Valya fue cuidadosa de decir la verdad exacta, lo que mantendría a los indicadores de la falsedad fuera de su tono; después de su servicio en la corte Imperial, Dorotea era muy hábil para detectar mentiras—. Probablemente ya ha sido encontrada.

Me alegro de que no viniera con nosotras aquí—dijo Anna, y entonces miró más allá del camino para observar una mancha cubierta de espinas y hongos.

Al oír un estrépito y un chillido, Valya vio un borrón de movimiento que corría hacia ellos, cerca del suelo. Anna gritó.

Con apenas una mirada entre ellas, Dorotea y Valya se colocaron entre Ana y el animal, dejándose caer en posturas defensivas, manteniendo su centro de gravedad bajo. Los colmillos de la bestia peluda rompían la maleza que crecía entre las rocas de lava, y luego cargó hacia ellas moviendo sus patas como pistones.

En el último momento posible, en su propia falta de definición de movimiento, Valya esquivó y dio una patada al animal, aturdiendo a la criatura y derribándolo a su lado. Sus reflejos de combate eran algo natural para ella después de tantos años de entrenamiento con Griffin. Mientras Dorotea tiraba de Anna para protegerla, Valya saltó sobre el cuello de la criatura poniendo su talón hacia abajo, con la fuerza suficiente para aplastar su garganta y las vértebras, un reguero de sangre a chorros emergió de la boca y las fosas nasales de la bestia. Aun gravemente herido, el animal se retorció y trató de levantarse de nuevo, antes de que sus piernas se doblaran y cayera muerto.

Apenas jadeando, Valya volvió para mirar a Anna, que estaba con los ojos muy abiertos.

Siempre puedes estar perfectamente segura, si se sabes cómo protegerte. ¿No sería esa una habilidad útil que tuviera la hermana del Emperador?

La joven asintió, todavía sin habla.

Dorotea se la quedó mirando, asombrada también.

¿Dónde aprendiste a luchar así? Vi movimientos que nosotras no aprendemos en la Hermandad.

Mi hermano y yo nos enseñamos el uno al otro—Ella se sacudió, y luego se volvió más pragmática—. Podría haber más de estos animales en las inmediaciones, y el cielo parece siniestro. Creo que no debemos ir a las aguas termales. Vamos de vuelta directamente a la escuela.

Como si fuera una señal, el suelo retumbó y se sacudió, lanzando rocas de lava negra a un lado mientras una brecha estrecha se abría, manando por ella una columna de vapor de agua por la que fluían rápidamente chorros de magma escarlata hacia la selva, haciendo que las plantas estallaran en llamas.

Estoy de acuerdo—dijo Dorotea—. Podemos ir a la base del acantilado y regresar—Anna Corrino no se quejó.

Dorotea abrió el camino y se metió en la selva creciente, tomando un camino cuesta abajo de nuevo. Valya sentía crecer la inestabilidad del terreno debajo de ellas. Una apertura de vapor se abrió, la emanación sibilante de una fumarola, y saltando tras Anna, pero acabó tropezando contra las plantas y la roca de lava áspera.

Buscaron la manera de salir de la zona de actividad volcánica y localizaron una senda poco marcada, como en un juego de encontrar el camino. Valya y Dorotea encontraron algunos descansos en la selva para orientarse y decidieron que podrían hacer el camino de regreso a la ciudad-acantilado al anochecer. Encontraron la base de la pared de roca y la siguieron, avanzando entre la maleza. La lluvia no se presentó durante un tiempo sorprendentemente largo, y luego comenzó a caer diluviando, por lo que Anna encorvaba sus hombros y clavaba la mirada miserablemente en el suelo. A Valya, por su parte, el tiempo le recordaba a una tormenta agradable en Lankiveil.

Un poco más adelante, Dorotea gritó alarmada, y Valya apresuró a Anna hacia adelante para ver lo que estaba mal. La Hermana mayor estaba mirando los fragmentos destrozados de un cadáver, los huesos y un cráneo que eran claramente humanos, todo hecho pedazos, y la destrozada túnica verde tejida de una acólita colgaba en jirones entre los arbustos. El corazón de Valya se hestremeció.

Es Ingrid—dijo Dorotea, llorando—. ¡Sabía que algo le había pasado!—Desprendió una fina cadena de oro enredada en los huesos sangrientos. Valya reconoció el pequeño detalle que tenía: el símbolo de los Butlerianos, un puño cerrado alrededor de un engranaje estilizado.

Mirando hacia arriba, Valya vio a través de la lluvia que estaban cerca de los túneles habitados. Ella y Raquella habían arrojado el cuerpo de la acólita mucho más profundo en la selva y lejos de cualquier camino, pero los depredadores debían haberla arrastrado hasta allí.

Afortunadamente, una Anna con nauseas dijo exactamente lo correcto.

Pobre Ingrid, debe haber caído por el precipicio. Los animales la arrastraron aquí… ¡y se la comieron!

Dorotea tenía una expresión dura que parecía como si se hubiera agudizado en una piedra de afilar.

Pero, ¿cómo se cayó por el precipicio? Eso no suena a ella. Siempre fue de pie firme—Dorotea se limpió las gotas de lluvia, y con el rostro empapado en lágrimas, alzó la mirada hacia la alta pared natural.

¿Deberíamos llevar el cuerpo con nosotras, o lo dejaremos aquí?—preguntó Anna. No parecía ansiosa por tocar el cadáver.

Valya se mantuvo inflexible, sabiendo lo que tenía que decir.

Es la manera de la Hermandad dejar el cuerpo aquí, para que la naturaleza siga su curso.

Agarrando la cadena en la mano, Dorotea se alejó lentamente de aquel lugar horrible, como si sus músculos no respondieran a las órdenes. Pensando en el control de daños, Valya se movió al lado de Dorotea y le puso un brazo reconfortante a su alrededor.

Sé que era tu amiga.

Mientras consolaba a la Hermana mayor, sin embargo, vio un destello de celos en el rostro de Anna, pero Valya necesitaba estar cerca de Dorotea, también, para asegurarse de que ella no le hiciera demasiadas preguntas equivocadas.

***

CAPITULO 48

Un hombre podrá huir rápidamente, y muy lejos, pero nunca podrá escapar de sí mismo.

AFORISMO ZENSUNNI.

El cielo de Arrakis era un claro y seco yermo -de verde oliva manchado con los velos del omnipresente polvo. Aquel día los vientos eran leves, y las estaciones meteorológicas no preveían actividad de tormentas, por lo que el jefe del equipo permitió que Vorian Atreides volara una de las aeronaves exploradoras mientras que las operaciones de recolección de especia de VenHold continuaban en el valle.

A pesar de que el viejo canoso Calbir había puesto a prueba el dominio de Vor en la cabina varias veces, todavía lo trataba como a un piloto novato, chequeando la lista de verificaciones, advirtiéndole que vigilara las violentas corrientes ascendentes térmicas o los ciclones localizados inesperados.

Nunca hay que subestimar a Arrakis, joven, porque a este planeta le importa un comino quien seas tú.

Vor prometió ser cuidadoso y salió volando, con la intención de ver para cualquier cambio en el cielo, la más leve ondulación de un gusano de arena que se acercara. Este era su tercer vuelo explorador en solitario en una semana, y él sabía de sus capacidades.

Al amanecer, los exploradores de especia habían visto manchas oxidadas en las dunas en el medio de un valle cerrado, rodeado de rocas. El valle protegido era grande, pero seguía siendo demasiado pequeño como para ser del dominio exclusivo de un gusano de arena gigante, aunque las fuertes vibraciones de la maquinaria cosechadora de especia eventualmente podrían atraer a una de las criaturas. Afortunadamente, la única salida al gran desierto era un estrecho cuello de botella en los acantilados, así que sabía exactamente por donde un gusano tendría que entrar.

Mientras que la excavadora se escabullía por las arenas abiertas del valle, pasando a veces hacía el bastión seguro de las rocas, Vor llevó la aeronave en un amplio arco, dando vueltas de horizonte a horizonte, en busca de alguna señal de un gusano merodeador. Mantuvo los ojos abiertos mientras volaba en su patrulla, pero se esperaba que los hombres tuvieran mayor cantidad  de tiempo de la normal para recoger la cosecha. Los altos muros del valle formaban una fortaleza natural.

Ganó altitud y dio la vuelta a la cuenca del desierto, explorando la extensión ondulada de dunas de abajo en busca de alguna señal de gusanos. Hasta ahora, el páramo de arena se veía sereno, en calma e hipnótico….

Vor se relajó, inhaló profundamente, y se preguntó cómo de limpio y liberado sería el enorme vacío, los bordes afilados y las sombras abruptas, las vistas abiertas de la mente y la libertad de estar lejos de siglos de pensamientos. Echaba de menos a Mariella, a su familia y amigos en Kepler, pero se consoló al saber que estaban a salvo de los esclavistas. La punzada agridulce era fuerte en su corazón, a pesar de que se desvanecería conforme pasaran los años… como lo había hecho antes.

Dejando que cayera su línea de memorias más profunda, pensó en Leronica, la primera mujer a la que le había tenido una vida humana normal, y en sus hijos, Estes y Kagin. Consideró el ascenso y la caída de su mejor amigo Xavier Harkonnen durante la terrible Yihad… y la hermosa, trágica Serena Butler. Tantos recuerdos, tanto tiempo.

Pensó además en su protegido, Abulurd Harkonnen, en quien había invertido tantas esperanzas, pero que había desobedecido las órdenes directas de Vor -por la mejor de las razones y la peor de las tácticas- cuando el destino mismo de la humanidad pendía de un hilo. Abulurd lo había traicionado, y a toda la humanidad, en el choque final contra las máquinas pensantes, y Vor se había ocupado de que Abulurd fuera condenado y desterrado.

Sí, el estar tan solo le ayudó a cristalizar sus recuerdos y ponerlos en un estante de su mente como artefactos en un museo. También dejó a Vor seguir adelante con su vida… su larga, larga vida.

Miró hacia abajo de nuevo, explorando el desierto mientras terminaba su amplio círculo. Aún no había señales de gusanos, sólo el sonido agudo de un diablo de la arena que pirueteaba en la cima de una duna.

Una ráfaga de transmisión cruzó la línea de comunicación, crepitando con estática en la cabina de Vor. Siempre había estática a causa del polvo y la carga ambiental en la atmósfera, pero ahora escuchó gritos, una algarabía de voces asustadas, un golpe fuerte.

Dioses de las profundidades, que…—

¡Nos atacan!

A continuación, un grito y una oleada de estática llenaron la línea de comunicación, antes de caer en silencio.

Los dedos de Vor se detuvieron justo encima del botón de transmisión cuando la aeronave giró alrededor y surcó de nuevo hacia el valle protegido. Quería pedir detalles, pedir explicaciones, pero la precaución le aconsejó permanecer en silencio, sintiendo que esto podría no ser un encuentro con un gusano de arena. Vor no quería dejar que los atacantes, si eran humanos, supieran que estaba llegando. Era a decenas de kilómetros de distancia, pero empujó los motores de la aeronave a su aceleración máxima.

Cuando se acercó al valle de cuello de botella, sin embargo, redujo el poder de los rugidos de los motores de admisión del monoplaza para que todo fuera mucho más silencioso. Desde lejos, aún podía ver las nubes de polvo que se disipaban desde el tubo de escape de la factoría. Se abalanzó hacia el valle y vio a tres de los vehículos rodantes ardiendo, sus motores estallaron, los cuerpos humanos esparcidos en la arena. Los motores de la factoría se habían apagado en el centro del valle, y la enorme mole de metal estaba parada, cubierta de polvo, sobre sus patas, algunos parches desnudos de su reluciente casco de metal reflejaban la luz del sol.

Otra persona podría haber entrado en pánico y acelerado de regreso a Arrakis City para hacer un informe y pedir refuerzos, pero Vor no era la clase de hombre que dejaba que una crisis continuara sin su intervención. Aunque su aeronave probablemente tenía suficiente combustible para llegar a otro asentamiento, entre que informara y trajera la ayuda, sería demasiado tarde. Para entonces, los gusanos de arena podrían haber borrado todas las pruebas.

Tenía que encontrar las respuestas a lo que había atacado a la tripulación de la especia, y ayudar a cualquiera que todavía pudiera estar vivo. ¡Había sucedido tan rápido, y no había ninguna causa a la vista! Menos de quince minutos habían pasado desde que se había recibido la señal de emergencia. Si una fuerza paramilitar de una operación de especia rival hubiera golpeado la factoría, Vor no tenía ningún arma excepto su ingenio y habilidades de combate. Incluso su cinturón escudo personal estaba sellado dentro de su armario a bordo de la factoría.

Vor aterrizó en la arena marcada con pisadas y dejó los motores de despegue del aparato activos, pero en estado de pausa. Cualquiera que fuera la fuerza que había secuestrado y devastado las operaciones allí tendría que haber visto su nave exploradora terrestre -si todavía se encontraban allí. Cualquiera que estuviera familiarizado sobre cómo funcionaba el negocio de melange sabía que al menos un aparato volador exploraba cada operación de especia.

Saltó fuera de la cabina y aterrizó en las dunas blandas, y luego corrió hacia la imponente máquina de metal. Tres cadáveres quemados yacían en una pila junto a un vehiculo, cuerpos de hombres que conocía. Vor no se permitió pensar en sus nombres. Todavía no. Había visto cuerpos en los campos de batalla antes… pero esto no se suponía que fuera un campo de batalla.

Sintió un recordatorio escalofriante de cuando él había tratado de detener a los traficantes de esclavos en Kepler, cómo había llegado demasiado tarde para impedir que los cargueros esclavistas se llevaran a su familia y vecinos, despegando hacia el cielo con ellos.

Los depositos de carga de especia llenos permanecían intactos, y nadie había utilizado el sistema de emergencia, la cápsula de evacuación aún estaba contenida en el puente superior.

La rampa de entrada estaba abierta, mostrando el enorme, cavernoso y oscuro interior de la factoría pero Vor decidió instintivamente no entrar por ese lado. En cambio, corrió a la parte delantera de la máquina gigante. Durante las operaciones activas, un amplia y redonda pala cubierta de arena engullía la capa superior del desierto, para luego arrojar la arena en los recipientes centrífugos de procesamiento.

Agachándose, Vor trepó por la pala y entró en la máquina de procesamiento a través de la rampa de entrada, saliendo a través de la primera tolva en forma de caja. Cubierto de polvo, se defendió la necesidad de toser por el fuerte olor de canela de especia en el aire. Se arrastró hacia adelante.

Los cuerpos de otros tres trabajadores yacían en la cubierta manchada de metal. Un contenedor de especia recolectada había sido abierto, el polvo rojizo derramado imprudentemente en el suelo. Miró de lado a lado, deconstruyendo las sombras, pero no vio ningún movimiento ni oyó ningún ruido.

Debió haber sido una operación quirúrgica, asalto poderoso y retirada antes de que alguna contramedida pudiera ser utilizada. Se acordó de sus compañeros miembros de la tripulación hablando de los enemigos que Josef Venport se había creado por no tener contemplaciones con los competidores en el negocio de la melange. Esto apestaba a un ataque de represalia.

La excavadora crujía y vibraba, a pesar de que los motores habían sido apagados. El calor del sol y el metal enfriado causaban que se asentara. Con nadie afuera vigilando por señales de gusanos, Vor se dio cuenta que un gusano de arena podría aventurarse a través del cuello de botella en las paredes de acantilado en cualquier momento. Pero estaba más preocupado por un tipo diferente de enemigo ahora, alguien había asesinado a sus compañeros de tripulación, sus amigos, y el honor le impulsaba a descubrir quién era.

Con pasos suaves se arrastró por las escaleras metálicas planas hacia la cubierta de la tripulación repleta de sombras, que debería haber estado vacía, ya que se requería que todos los trabajadores que estuvieran de servicio durante las operaciones de recolección de especia permanecieran activos. Aun así, Vor descubrió un solo cuerpo allí, un hombre tendido en la cubierta, con el cuello roto. Moviéndose tan silenciosamente como podía, recuperó el cinturón protector de su casillero y lo dejo encendido, pero activado aún.

También se hizo con una lanzador de bengalas de un armario de emergencia, tomó una palanca pesada de un juego de herramientas y, llevando esas armas improvisadas en cada mano, se dirigió hasta un nivel superior de la plataforma de operaciones. Aunque el miedo hacía a Vor ser cauteloso, su emoción lo llevaba hacia adelante. ¿Estaría ya toda la tripulación de especia muerta? Tenía que ver si podía rescatar a alguien. Él era sólo un hombre, pero estaba acostumbrado a actuar solo. Había conseguido numerosas victorias en la Yihad, derribado planetas enteros de las máquinas a través de la destreza y del uso de su ingenio. Se sentía listo para enfrentar a los asesinos y saboteadores que habían hecho esto, aunque se dio cuenta de que no podía derrotar a una fuerza paramilitar entera. Comenzó a sentir que estaba demasiado comprometido, y quedaba el preocuparse por un posible gusano de arena.

Arrastrándose por las escaleras metálicas hasta la escotilla de entrada de la plataforma de operaciones, se quedó paralizado. Justo dentro de la puerta, el rostro del viejo Calbir lo miraba fijamente, con los ojos abiertos y la boca parcialmente entreabierta y babeante, pero no era más que su cabeza, apoyada en un panel de comunicación. El resto del cuerpo jefe de equipo yacía desplomado en la silla a dos metros de distancia. A juzgar por el muñón irregular del cuello, parecía como si la cabeza del Calbir hubiera sido arrancada de su cuerpo. Otro hombre yacía muerto en el interior de la escotilla abierta de la cápsula de escape, con el cuerpo tendido boca abajo y una herida abierta y sangrante en la espalda.

En el panel de control principal, con los brazos cruzados sobre el pecho, había un hombre y una mujer jovenes que parecían tener unos veinte años de edad. Enjutos y salvajes, como panteras, estaban cubiertos con sangre desde sus manos hasta sus hombros.

Tú debes de ser Vorian Atreides— dijo el hombre—. Sabíamos que no intentarías huir.

Los labios de la joven se curvaron en una sonrisa.

Se parece a ti, Andros. El parecido es sorprendente.

Vor había esperado ver a un ejército entero, considerando el daño que habían dejado a su paso, pero estos dos estaban aparentemente solos. Encontró algo extrañamente familiar en sus rostros, sus ojos grises, su pelo oscuro. La pareja mortal desenrolló sus brazos, como cobras que se preparaban para atacar, y su piel brilló con un tono metálico latente. Avanzaron al unísono, acercándose a él con una marcha fluida y depredadora.

Simplemente sorprendente, Hyla—dijo el hombre.

La joven mostró un arma en su mano rechoncha.

Queremos hablar contigo, Vorian… y tal vez jugar contigo un poco, hasta que obtengamos algunas respuestas. Tú no puedes saberlo, pero tenemos muchas cosas en común, y tanto potencial juntos.

Sin importarle lo que quisieran decirle, Vor activó su escudo personal de cuerpo, y la ondacon un zumbido apareció en torno a una fracción de segundo antes de que la mujer disparara su aturdidor. La explosión golpeó inútilmente contra su escudo.

¡Creí que habías dicho que nadie usaba escudos en las operaciones en el desierto!

Hacía muchas décadas, Vor había visto ese tipo de armas cuando los cymeks reprimían disturbios entre sus poblaciones humanas en cautividad. Él también sabía que tenía una configuración mucho más letal.

Cuando el aturdidor no logró incapacitar a Vor, el joven se lanzó hacia adelante. Vor lo esquivó y alzó la gruesa palanca de metal golpeando a Andros en las costillas; pudo decir que el hombre no llevaba escudo propio. Al ver toda la muerte y el caos, Vor no contuvo su fuerza. El impacto fue sólido, y Andros se estremeció, pero él agarró la palanca y tiró de la mano de Vor.

Vor retrocedió. El golpe debía haber roto las costillas del joven, ¡pero él ni siquiera parecía magullado! Ahora Hyla se lanzó sobre él, y Vor le disparó la pistola de bengalas en el pecho. El flash del proyectil explotó y la lanzó de nuevo hacia Andros y los atrapó a ambos en las llamas. Todavía iban a por él, con llamas que consumían su ropa.

Vor se balanceó sobre la baranda y se dejó caer a la cubierta inferior. Si aquellos dos -solo dos- habían matado a toda la tripulación, era una tontería para él quedarse y pelear contra ellos. Sólo unos pocos segundos por delante de la pareja, Vor se topó con los alojamientos de la tripulación, selló la puerta del mamparo pesado, y se trasladó hacia el extremo opuesto de la cubierta.

La misteriosa pareja asesina comenzó a golpear la puerta de metal, y luego una ráfaga explosiva rompió la cerradura. Tenía la esperanza de ganar más tiempo que eso, pero los dos le seguían, corriendo hacia adelante con su ropa quemándose lentamente y la piel ennegrecida, pero sin actuar como si estuvieran heridos en absoluto.

No debía subestimarlos, aunque no tenía ni idea de quiénes eran o cómo habían obtenido esos poderes. Tenía que pensar en alguna forma de pararlos, o al menos lo suficiente para que pudiera irse de nuevo a su aeronave que lo esperaba.

Preguntas clamaron en su mente: ¿Quiénes eran estas personas? No parecían ser saboteadores de una operación de especia rival. Andros y Hyla -no reconocía sus nombres, pero estaba seguro de que no sabría nada de ellos-. ¿Qué es lo que querían? Y que familiaridad extraña en sus rostros, así como la similitud de apariencia entre Vor y Andros, una observación que Hyla había hecho. ¿Una coincidencia, o significaba algo más?

Vor corrió la longitud de la factoría, se dejó caer a otra cubierta, y se dirigió a laos depósitos de carga de especia llenos, donde una puerta de salida de emergencia le permitió escapar. Llegó a la puerta de metal sellado, la abrió, y salió a una pasarela a lo largo de la parte exterior de la excavadora. El viento caliente silbaba alrededor del depósito de carga de melange, estaba a más de quince metros sobre el suelo.

Normalmente, el mecanismo de eyección para el lanzamiento de emergencia de laos depósitos de carga era operado desde el puente de la factoría, pero mecanismo manual secundario, estaba allí. Frente a un gusano que se aproximara y la pérdida del vehículo gigante, Vor dudaba que muchos trabajadores de especia tuvieran el suficiente ánimo como para salvar el cargamento cuando ellos mismos estaban condenados, pero ahora estaba contento por aquel sistema de seguridad. Él activó la secuencia; tenía menos de un minuto.

Andros y Hyla emergieron de la escotilla de escape y corrieron tras él por la pasarela alrededor de los depósitos de carga.

Sólo queremos hablar contigo—llamó Hyla con una voz carente de emociones—. Si eres útil, podemos decidir no matarte.

Vor llegó al punto de escape por una escalera de metal delgada que corría por la parte exterior de la factoría de especia. Comenzó a deslizarse, pero los peldaños molestaban, le hacían ir más lento.

Cuando estuvo a tres metros por encima de la arena se soltó y cayó, justo a tiempo para ver Andros y Hyla parados en la escalera. El joven disparó su arma, y el impacto del rayo derritió en vidrio un parche redondo de arena medio metro a su izquierda.

En aquel momento, el procedimiento de eyección cdejó los pernos de anclaje libres y lanzó los depositos de carga de melange al aire, arrastrando a sus dos perseguidores con él.

Vor permaneció en el suelo, y luego se puso de pie de nuevo, y corrió por la arena empalagosa hacia la aeronave exploradora aterrizada. Miró hacia atrás, viendo elevarse los depositos de carga en el aire. El joven y la mujer se aferraban a la pasarela, colgados, mientras la cápsula de carga se elevaba a lo alto, cincuenta metros por encima del suelo. Andros y Hyla se soltaron al mismo tiempo, como si hubieran tomado una decisión mutua.

Mientras se metía en la cabina, Vor observó a los dos caer en picado al suelo. Aterrizaron simultáneamente en posiciones seguras incluso desde una altura tan imposible, y luego se lanzaron de nuevo, saltando hacia la aeronave sin la más mínima lesión o vacilación.

Vor encendió los motores de la nave, y despegó verticalmente desde las arenas incluso antes de que la cubierta de la cabina estuviera sellada. Volar una nave tal era su segunda naturaleza, y ahora la giró a su alrededor y se dirigió hacia los afloramientos rocosos que rodeaban el valle. Si él podía salir al desierto abierto, volaría directamente hacia Arrakis City.

Antes de que ganara mucha altitud, una pequeña explosión golpeó el tren de aterrizaje de su aeronave, y uno de los motores tosió, rugió, y después falló. Los perseguidores habían disparado sus antiguas armas Cymek, dañando los motores. La aeronave comenzó a dar vueltas, pero Vor luchó con los controles, tratando de mantener la altitud, no estando seguro de si era mejor aterrizar en las arenas abiertas más allá del cuello de botella, o en las rocas, donde al menos podría ocultarse.

El humo brotaba de ambos motores. El joven volvió a disparar, pero falló. Vor estaba muy cerca de tierra, pero con un empuje de energía auxiliar pudo alejarse, en un intento de conseguir la mayor distancia posible de sus perseguidores. Su mente volaba. No había ningún lugar para esconderse en las dunas, pero podía ponerse a cubierto en la cresta rocosa, tal vez tenderles una emboscada, aunque Andros y Hyla no serían blancos fáciles.

En el generador de imágenes trasero, vio las dos figuras diminutas que corrían por el valle abierto, literalmente, corriendo tras la aeronave dañada mientras intentaba escapar. El vientre de su aeronave desaceleró raspando una duna alta, enviando una ola de polvo y arena al aire. Vor aguantó, sacudido por el impacto, y trató de seguir volando, pero la aeronave golpeó el suelo de nuevo y se estrelló contra la arena. Se las arregló para levantarse una última vez, acercándose hacia la línea de rocas que formaban una barrera alrededor del valle. Finalmente, se deslizó por la arena suave y viró hasta parar  abruptamente contra las primeras rocas. Su escudo corporal lo protegió de los golpes fuertes durante el choque.

Abrió la cabina, saltó y corrió hacia las losas erosionadas de roca, abriéndose paso, con las manos y los pies para escalar cuanto fuera necesario. Miró por encima del hombro para ver a las dos figuras sin descanso corriendo hacia él, dejando líneas de huellas a través de la arena blanda.

Las rocas calientes por el sol quemaron los dedos de Vor, pero siguió subiendo. Una vez que llegó a un punto de ventaja, vio cómo los dos se detenían para estudiar su nave estrellada, pero en cuestión de segundos comenzaron a ascender por las rocas. Mantuvo un ojo hacia fuera buscando ondas reveladoras de movimiento de algún gusano: Atraídas por la conmoción, tarde o temprano, una de aquellas bestias podría encontrar su camino a través del cuello de botella en el valle cerrado. Pero por ahora, las arenas se mantenían plácidas.

El corazón de Vor latía mientras subía a la cima de la cresta, donde se sorprendió al encontrar una extraña mujer de pie, que al parecer, lo esperaba. Llevaba un atuendo del desierto camuflado de color de las rocas, y llevaba una mochila con  algún tipo de herramientas unidas. Estaba tan cerca, Vor no podía creer que ella se hubiera escabullido hasta él allí arriba. La mujer era de edad indeterminada, su piel erosionada, pero sus ojos brillantes. Mechones de pelo castaño revoloteaban alrededor de la capucha que le cubría la cabeza.

Tú debes ser parte de la tripulación de especia de ahí abajo—dijo casualmente, como preguntando por su color favorito. Tapones sellaban su nariz, dándole a su voz un acento nasal.

Soy el único sobreviviente—Vor indicó a los dos que ahora subían por las rocas—. Esos dos emboscaron y asesinaron a todos en la factoría. No sé quiénes son, pero son tan fuertes como meks de combate—Volvió su atención hacia ella—. ¿Y quién demonios eres tú?

Soy Ishanti. Trabajo para Josef Venport, vigilando algunas de las operaciones exteriores de especia. Pero nunca esperé esto. Tenemos que irnos y hacer nuestro informe.

Todavía respirando con dificultad, Vor miró a la extensión de desierto bronceado más allá de las rocas.

¿Tienes un transporte? ¿Cómo podemos escapar?

No tengo ningún vehículo.

Vor parpadeó.

Entonces, ¿cómo conseguiste hacer todo el camino hasta aquí?

Utilizo lo que el desierto tiene para ofrecer, y es lo que vamos a utilizar de nuevo ahora. Sígueme. Tengo una idea—Ishanti revoloteó por las rocas, manteniéndose baja y escondida por su capa del desierto, pero ella le dijo a Vor que se dejara ver. Pasaron junto a una muesca rocosa llena de grava suelta. Subieron una pendiente por delante de ellos, varios cantos rodados estaban equilibrados precariamente en la parte superior de una rampa.

Al ver la silueta de Vor, Andros y Hyla se revolvieron como arañas hasta la muesca rocosa. Ishanti los vio y sonrió.

Todo lo que necesitan es un pequeño empujón—Ella y Vorian presionaron con todo su peso contra las rocas, golpeando los dos más grandes y soltándolas. Las rocas pesadas comenzaron a rebotar y caer, destruyendo las paredes. La pequeña avalancha tomó impulso, corriendo hacia abajo.

Andros y Hyla se vieron atrapados en el embudo, y aunque trataron de trepar por las paredes rocosas, las piedras los arrastraron. Vor esperaba que estuvieran destrozados en pulpa, pero de alguna manera el joven y la mujer corrían a lo largo y por encima de las rocas en caída, sus pies moviéndose rápidamente, hasta que ya no pudieron seguir el ritmo y cayeron ambos por la ladera. Vor no tuvo tiempo para un suspiro. En la base del acantilado, vio a los dos moverse de nuevo, lanzando rocas rotas a los costados, desenterrándose a sí mismos.

Tenemos que irnos—dijo Ishanti—, por el otro lado de la cordillera hacia el desierto abierto. ¿O prefieres esperar y luchar?

Ya lo he intentado. ¿Qué hay en el desierto abierto?

Seguridad. Pero en primer lugar, apaga el escudo -a menos que quiera morir.

Me ha mantenido vivo hasta ahora.

Pero allá afuera en las dunas no lo hará. El campo atraerá a un gusano y lo llevará al frenesí. Los monstruos son bastante difíciles de controlar.

¿Controlar? Vor no sabía lo que quería decir, pero obedientemente apagó su escudo. La mujer trotó por la pendiente empinada, descendiendo como una cabra montesa hasta llegar a la superficie del desierto. Sin detenerse, salió corriendo hacia la abierta expansión de arena.

Él jadeaba tras ella.

¿A dónde vamos?

Ishanti se volvió para mirarlo, sus ojos profundos-de color azul que Vor había llegado a reconocer como un signo de la adicción a la especia de toda la vida.

Confía en mí, y confía en lo que sé del desierto.

No dudó.

Está bien, voy a confiar en ti.

A pesar de que utilizaba pocas palabras, Ishanti explicó mientras se dirigían hacia las dunas.

Con las operaciones de especia en el valle, debe haber un gusano ya cerca. Vamos a tener que esperar a que venga por nosotros antes que esos dos lo hagan.

No suena nada bien como elección.

En la cima de una cresta de dunas, se protegió los ojos para escanear la línea de rocas que acababan de dejar. Andros y Hyla ya estaban siguiendo su camino hacia abajo, hacia la arena. Vor se preguntó si eran androides, con la piel acorazada y habilidades mejoradas de lucha.

Normalmente te aconsejaría pisadas regulares o pesadas—dijo Ishanti—, pero ahora queremos llamar su atención. Simplemente corre—Su mochila se llena con herramientas e instrumentos extraños, postes, ganchos, un rollo de cuerda colgaba del paquete. Sin disminuir la velocidad, la mujer del desierto sacó los artículos que necesitaba—. Manten tus ojos abiertos para las señales de gusanos -eso significará que Shai- Hulud estará sobre nosotros, y no vamos a tener mucho tiempo.

Detrás de ellos, Andros y Hyla llegaron a la arena y se lanzaron hacia delante, al parecer sin cansarse. Vor pudo ver que su ventaja disminuía rápidamente. Luego se volvió hacia delante para ver un resplandor semejante a una onda de choque, acompañado de vibraciones que retumbaron a través de la arena. Señaló.

¡Un gusano!

Ishanti asintió.

Bien. El enfoque viene de exactamente la dirección correcta. Podremos hacerlo—Se puso de rodillas y sacó más artículos de su mochila—. Permanece junto a mí, y haz lo que yo haga. Hay una muy buena posibilidad de que los dos estamos a punto de morir, pero también hay una posibilidad de podamos huir.

Vor no tuvo tiempo de hacer preguntas mientras la ondulación de la arena perturbada corría hacia él como un oleaje espumoso durante una tormenta en el océano. Ishanti removió algo que parecía una pequeña granada sónica. Activó su luz intermitente y la tiró en un hueco en las dunas no lejos de ellos. Se agachó en la cresta.

Espera y observa. Prepárate.

Estoy listo—dijo, pero él no sabía realmente para qué estaba preparado.

La granada sónica detonó, y envío un pulso fuerte que latió en la arena, casi ensordeciendo a Vor. El gusano de arena que se acercaba surgió de debajo de la arena, levantando una boca cavernosa lo suficientemente grande como para tragarse incluso a la mayor factoría de especia. A pesar de haber vivido durante siglos y haber visto muchas cosas increíbles, Vor contuvo la respiración, de pie temeroso en la cresta de dunas. El gusano sin ojos se volvió hacia la fuente del pulso, raspando su espalda surcada tan cerca de ellos que Vor podría haber lanzado una piedra y golpearlo.

Ishanti de hecho corrió hacia el gusano de arena, y él se hallaba justo detrás de ella.

¡Vamos, sólo tenemos unos pocos segundos!—Como una loca trotó a lo largo y saltó a la cresta inferior del gusano, usando un poste con punta como un garfio. Después de que ella tuviera éxito, Ishanti extendió el brazo derecho detrás de ella—. ¡Toma mi mano!

Asombrado por lo que estaba haciendo, Vor le tomó la mano, y ella lo levantó sobre el lomo del gusano, donde le dio un gancho de los suyos. Ël no pensaba, sólo repetía lo que ella hacía. Subieron la línea de segmentos anillados, y el monstruo continuó, sin darse cuenta de aquellos jinetes insignificantes.

Ishanti clavó una palanca en las grietas entre los anillos del gusano. Con un gruñido pesado, ella la empujó, lo que abrió el anillo exponiendo la piel de color rosa suave debajo. El gusano de arena se estremeció, e Ishanti pinchó la carne tierna. Por último, el gusano se revolvió para evitar el dolor y comenzó a rugir al desierto.

Átate—Le arrojó a Vor el otro extremo de la bobina de cuerda—. Tenemos que aguantar hasta que lleguemos lo suficientemente lejos.

Él hizo lo que le dijo. Dejando una estela de arena batida tras de él, el gusano se marchó con una velocidad asombrosa. Con su pelo azotando alrededor de su cara, Vor se volvió para ver a Andros y Hyla de pie derrotados en las arenas abiertas.

Ishanti guió al gusano hacia adelante, y ellos corrieron hacia la desolación del desierto profundo.

***

CAPITULO 49

Una búsqueda exitosa depende de la persistencia y la buena fortuna, pero una misión exitosa depende del carácter de la persona a la cual le fue encomendada.

XAVIER HARKONNEN, memorias de la Yihad de Serena Butler.

Teniendo en cuenta la cantidad de riquezas y el comercio que fluía de Arrakis, Griffin Harkonnen se sorprendió al ver que el espaciopuerto de la ciudad principal era poco más que un barrio pobre lleno de gente. Con el comercio de especia, había esperado una metrópolis moderna, pero en lugar de eso vio que la gente vivía en chozas hechas de ladrillo fundido y polímero. Todas las ventanas y puertas estaban selladas para evitar que el polvo ingresara. Arrakis tenía una reputación de tragarse las riquezas y esperanzas más rápido que los buscadores de fortuna podían ganarlas de nuevo en el desierto.

Cuando llegó y vio a toda la gente sin esperanza que no tenía ninguna posibilidad de salir fuera del planeta, el corazón de Griffin se encogió, mientras sentía nostalgia del rústico Lankiveil, sin importar las dificultades de vivir allí. Pero se negó a abandonar su búsqueda, su deber.

Venga nuestro honor familiar, Griffin “, había dicho su hermana. “Sé que puedo contar contigo”.

Siempre había sabido que la búsqueda en un planeta entero de un hombre sería difícil, incluso para una persona extravagante que llamara la atención como Vorian Atreides, pero cuando miraba a los riscos y el desierto sin fin más allá, no podía entender por qué alguien elegiría venir aquí.

Si la investigación de Griffin era exacta, Vorian Atreides era bastante rico, ocultando su fortuna en varios planetas. En Kepler, Griffin había visto por sí mismo que el hombre era muy querido, incluso reverenciado. Si el Emperador había pedido al Atreides dejar Kepler, ¿cómo no había optado por construir una finca en alguna parte y vivir cómodamente?

El hombre le había dicho a su familia adónde tenía la intención de ir después de salir de Kepler. El secreto no había sido difícil de descubrir. Griffin no creía que el Atreides estuviera huyendo, o escondiéndose, y no tenía ninguna razón para creer que su presa podría tomar medidas extremas como cambiar su nombre o disfrazar su identidad. No tenía idea de que Griffin lo estaba rastreando, así que ¿por qué habría de huir? ¿Por qué habría de ocultarse? A pesar de ello, Griffin dudaba que fuera tan fácil de encontrarle. Aquel vasto planeta desolado parecía un mundo fácil para que él pudiera desaparecer.

Valya había odiado al vástago Atreides durante tanto tiempo que sólo lo veía como un monstruo que tenía que ser castigado por lo que le había hecho a la Casa Harkonnen. Pero Griffin quería entender al hombre que iba a matar, recopilando toda la información que podía sobre la larga vida de Vorian, incluyendo sus primeros años en el Imperio de la máquinas antes de que cambiara de bando y se uniera a la Yihad de Serena Butler… así como su amistad con el antecesor de Griffin, Xavier Harkonnen, la gran purga atómica que había borrado todos los Planetas Sincronizados y, finalmente, la trascendental Batalla de Corrin, tras la cual Vorian Atreides había manchado el apellido Harkonnen para siempre.

Pero ¿por qué un hombre como él de buena gana vendría a un lugar como Arrakis? Para obtener más riquezas, Griffin suponía, ya que estaba haciendo alguna gente muy rica.

Se quedó solo por un tiempo, rodeado por el bullicio de las multitudes indiferentes, y luego partió a la ciudad. Su piel era todavía suave y húmeda, y ya estaba quemada por el sol.

Detrás de él, un transporte cisterna zepelín de agua de gran tamaño volaba, proveniente de un mundo donde el agua podría recogerse de un océano alienígena, entonces ser desalinizada y trasladada allí. Conociendo los costes del transporte comercial por su negocio de las pieles de ballena, Griffin pensó lo desesperado que aquel mundo debía estar por el agua si era comercialmente viable volar una nave de un planeta a otro y obtener un beneficio de ella. También comprendió porqué la melange allí era tan cara. Simple economía.

Griffin se mostró cauteloso con sus propios fondos limitados, escondiendo efectivo en varios bolsillos y mochilas en su cuerpo. Había presupuestado todos sus movimientos, asegurándose de que tendría lo suficiente para comprar su pasaje de regreso a Lankiveil. Sabía que se vería obligado a contratar a los investigadores locales, y ofrecer sobornos generosos con la esperanza de recuperar pedazos de información.

Vio paletas suspensoras llenas de depósitos de especia concentrada, todos los cuales llevaban el logotipo de Combined Mercantiles. Los mendigos se acercaban a él constantemente, y deseaba ayudarlos, pero simplemente no tenía los fondos para derrochar, si iba a cumplir su misión. Muchos de los indigentes eran forasteros como él, acurrucados en harapos contra los edificios, envueltos en su miseria y cubiertos de polvo.

Igualmente implacables, los vendedores molestaban a Griffin, tratando de vender máscaras de retención de agua, revestimientos de los ojos, dispositivos de predicción del clima, brújulas magnéticas (que nunca parecían apuntar dos veces seguidas en la misma dirección), e incluso talismanes mágicos garantizados para protegerse de Shai- Hulud. Era obviamente de otro mundo, y por lo tanto un objetivo para las estafas; Griffin rechazó todas las ofertas.

Otras personas obviamente eran nativos: Se podría decirse aquello a simple vista por su piel oscura y curtida al descubierto, por la manera en la que se movían y se mantienen a las sombra, y la forma en que se cubrían la boca y la nariz. Ellos tenían una actitud dura con él y un asco indisimulado por forasteros ingenuos, pero pensó que podrían ser su mejor fuente de información. Sin embargo, cuando se detuvo ante un anciano del desierto para hacer preguntas, el hombre lanzó una señal de conjurar con dos dedos en alto, dijo algo en un idioma que Griffin no entendía, y luego se escabulló hacia un callejón.

Desalentado, Griffin encontró alojamiento y mostró al titular una imagen de Vorian Atreides. El propietario obeso negó con la cabeza.

Tratamos de no conocer a la gente de aquí. E incluso si ese hombre entró en mi establecimiento, muy probablemente llegara envuelto en un pañuelo con tapones en la nariz y mascara facial. Nadie ha visto jamás a una persona vestida así por aquí—Señaló con la cabeza la imagen.

Sin revelar su nombre, en caso de que alguien le avisara a su presa, Griffin le pidió a los vendedores en las calles, el pago de cantidades simbólicas a cualquier persona que mostrara interés. todos los que le dieron información descaradamente mentían, con la esperanza de un soborno más grande. Cambiando de modo de búsqueda, contactó con un investigador local, ofreciendo el pago sólo si el hombre producía resultados, el investigador no estaba entusiasmado con el acuerdo, pero dijo que iba a investigar el asunto, siempre y cuando no le tomara demasiado tiempo.

Decidido, Griffin dio cuenta de que tendría que hacer la mayoría del trabajo él mismo. Había venido desde tan lejos, lo había prometido a su hermana, y supo que había llegado físicamente más cerca de encontrar Vorian Atreides que nunca.

Una noche después de la puesta del sol, al pasar a través de una puerta sellada de humedad en un establecimiento de bebidas, donde hombres hoscos y sucios se sentaban alrededor a consumir cerveza de especia, gastando la totalidad de sus salarios, ya que hacía tiempo que habían renunciado a la compra de pasajes para salir de Arrakis. Griffin encontró desalentador ver a personas que habían dejado de tratar de recuperar su autoestima. Se comprometió a no dejar que eso le sucediera a él…

Después de determinar el importe exacto que estaba dispuesto a invertir, pagó las bebidas y pidió información o sugerencias sobre cómo podría encontrar a una persona en particular, de la que Griffin no les dio el nombre. Algunos hombres trataron de que les pagaran antes de que siquiera miraran la imagen de Vorian o solicitaban el pago después de sólo mirar la imagen, incluso cuando no tenían información. En el transcurso de dos horas Griffin se sintió frustrado de que se rieran de él. Después de gastar sólo una mínima cantidad de su dinero en efectivo, se dirigió a una mesa del rincón y bebió un solo vaso de cerveza de especia potente, pero la droga de canela amarga corrió directamente su cabeza, y pidió un vaso de agua en su lugar, que le costó el doble de lo que la cerveza espesa había costado.

Por el momento se dio por vencido y salió del bar, los hombres se reían de él.

Vuelve mañana. Vamos a pensar en ello, a ver si tenemos más información—dijo un líder rudo que tenía una tos persistente.

Escatimando la pérdida de dinero de la tarde, Griffin se fue sin sellar la puerta del establecimiento de bebidas y regresó a las calles en la noche. No le gustaba este lugar en absoluto. En el aire más frío la noche trató de orientarse, y volvió en la dirección en la que pensaba que iba a encontrar su alojamiento, dirigiendose por una calle lateral estrecha.

En aquel planeta vil, Griffin estaba realmente empezando a extrañar Lankiveil, y no podía esperar a ver a sus padres de nuevo, junto con su hermano menor y su hermana. Un día, incluso Valya volvería allí desde Rossak. Los helados océanos oscuros de Lankiveil, las flotas pesqueras, y las tormentas de hielo de invierno eran robustas y desagradables, pero se habían convertido en una especie de hogar. A regañadientes, admitió para sí que Lankiveil no sólo había endurecido a los Harkonnen, haciéndolos más capaces de responder a los desafíos, sino que incluso lo necesario para sobrevivir allí no se parecía nada en comparación con el crisol de aquel planeta desértico.

Al oír la refriega de pasos detrás de él, se volvió y vio una sombra que se acercaba. Griffin se puso tenso, llevando su mano izquierda a los controles del escudo del cinturón y su mano derecha en la empuñadura del cuchillo de combate. Gracias a Valya, tenía mucha experiencia en el combate cuerpo a cuerpo.

Al darse cuenta de que había sido descubierto, el desconocido se detuvo, y luego alzó una luz de mano en la cara de Griffin, dejándolo ciego.

¿Quién es usted? ¿Qué quieres?—preguntó Griffin, tratando de no parecer intimidado.

La persona que se acercaba, atenuó la luz de mano, y Griffin reconoció a uno de los clientes reticentes del establecimiento de bebidas, un hombre rubio con una gruesa matojo de cabello plateado.

Tú tienes dinero para pagar por información—El hombre se acercó más—A cambio de eso, te voy a dar algo que no imaginas.

¿Y qué es eso?—Al ver un fuerte destello en los ojos del hombre, Griffin sutilmente activó su escudo. En las sombras de la calle lateral, el zumbido era fuerte, y vio una ligera distorsión en el aire.

Observó a su adversario vigilando sus movimientos minúsculos, alerta a cualquier truco o finta. Deseó que Valya estuviera allí con él. El hombre no hizo ningún comentario sobre el escudo, y se le ocurrió a Griffin que podría no saber lo que era. Los escudos eran ediciones estándar en toda la Liga del Landsraad, pero se percató de que nadie se había dado cuenta del uso de ellos en el planeta desierto.

El hombre se acercó y sacó su cuchillo largo.

Te voy a mostrar cómo se siente al morir—Se rió y empujó la hoja hacia adelante como la picadura de un escorpión, obviamente esperando un blanco fácil y ligero. Griffin se volvió, y el campo Holtzman brillante desvió el golpe. Su pulso se aceleró y la adrenalina fluyó, preparándolo para una intensa ráfaga de combate… pero este hombre no parecía igualar habilidades de lucha de Griffin.

Su atacante trató de recuperarse de su sorpresa, y torpemente condujo el puñal otra vez, pero él no estaba acostumbrado a luchar contra un hombre con escudo. Griffin usó su daga para cortar la parte de atrás de la mano del hombre. Una espesa sangre oscura brotó de las venas mientras él retrocedía con un grito. Griffin blandió su cuchillo de lado alrededor del escudo parcial y apuñaló al hombre en la parte inferior izquierda. La hoja se hundió profundamente, y el atacante gruñó y tosió. Casi tiró Griffin hasta el suelo con él cuando se derrumbó de rodillas.

Con asombro enfermo, exclamó:

¡Me has asesinado! ¡Me has asesinado!

Pero Griffin había sido cuidadoso. Aunque él y Valya en realidad nunca se habían hecho daño el uno al otro en sus muchos partidos de combate, sabían de vulnerabilidades muy bien.

No es un golpe letal—Se arrodilló junto al hombre gimiendo—. Pero puedo cambiar eso—Sostuvo la sangrienta punta cerca de la cara del hombre—. ¿Quién te envió a matarme?

¡Nadie! Yo sólo quería tu dinero.

Bueno, eso estuvo mal planeado. ¿Todo el mundo aquí es tan torpe?

El hombre aulló de dolor.

¡Me estoy muriendo desangrado!

Griffin miró de lado a lado, debido a que la conmoción atraería a alguien en cuestión de segundos. Presionó la daga contra la garganta del hombre.

Terminaré con el dolor lo suficientemente rápido, si no contestas a mi pregunta.

¡Muy bien! ¡Sólo quería su dinero!—se lamentó el hombre—. ¡También tuve la intención de tomar su agua!

¿Tomar mi agua? Yo no tengo mucha agua.

¡El agua de tu cuerpo! Los habitantes del desierto pueden destilarla… venderla—El hombre lo miró con desprecio—. ¿Estás satisfecho ahora?

Griffin presionó la punta daga con más fuerza contra la garganta del matón.

¿Y dónde debo buscar a Vorian Atreides?¿Tienes más información sobre eso, también?

El hombre gimió y se agarró la herida del cuchillo en el costado.

¿Cómo voy a saber dónde está? La mayoría de las personas que vienen de fuera del planeta van a trabajar a las cuadrillas de especia. Consulta con las oficinas de Combined Mercantiles, y pregunta si ellos lo contrataron.

Sombrías figuras emergieron de las puertas y revolotearon por la calle lateral. El hombre se retorció y gritó de nuevo. Decidiendo que no obtendría más información de él, Griffin se puso de pie.

Necesitamos a un médico aquí—gritó. Las personas se reunieron alrededor del matón gimiente, quien levantó la vista hacia ellos. Agitó sus manos y trató de zafarse.

Griffin se quedó asombrado al ver un destello del cuchillo en la mano de una mujer. Ella se sacudió rápidamente, clavó la hoja bajo la barbilla del hombre hasta en su cerebro. La víctima se convulsionó y cayó muerto, derramando muy poca sangre adicional.

Él era un ladrón—dijo ella, inclinándose para limpiar la cuchilla en su ropa. -Ahora vamos a tomar su agua. —Miró a la expresión atónita de Griffin, como si esperara que la desafiara—. A menos que tú tengas algo que decir.

Griffin tartamudeó.

No…no—Se dio la vuelta y huyó por la calle lateral hacia su alojamiento, sólo queriendo salir de allí , pero alerta y listo con su cuchillo en caso de que alguien lo atacara.

Detrás de él, las personas en silencio envolvieron el cuerpo del delincuente y lo llevaron rápidamente por otro callejón. Griffin escuchó una puerta cerrarse, pero cuando miró hacia atrás, todos los signos de ellos se habían ido.

¡Qué lugar tan bárbaro! ¿Y Vorian Atreides había elegido venir a Arrakis?

***

CAPITULO 50

No deberíamos estar muy orgullosos de nuestros triunfos. Una victoria percibida puede ser solamente el punto débil de tu enemigo.

MANFORD TORONDO, el único camino.

No le quedaba nada. Y nada que perder.

La herida abierta en sus recuerdos obligó a Ptolomeo a abandonar su casa y no volver a mirar las ruinas humeantes que se alzaban como un monumento a la ignorancia, la intolerancia y la violencia de los Butlerianos. Después de mucha contemplación, decidió dejar que su familia creyera que también había sido asesinado por los salvajes.

Realmente estaba muerto, en cierto modo. Su creencia en la naturaleza racional de la sociedad humana había sido arrancada y pisoteada, convertida en meros restos sangrientos. Podría rendirse y volver tranquilamente a la investigación, o podría hacer algo. El problema había sido definido por él con una claridad dolorosa.

En el pasado, había observado las travesuras antitecnológicas con una decepción indiferente pero triste, incluso como algo un poco cómico. ¿Cómo podía alguien creer semejante tontería? Ptolomeo había sido desdeñoso, cometiendo el error de no tomarlo en serio. Eran turbas incultas fácilmente influenciadas por un orador impetuoso, bueno en la creación de chivos expiatorios y nada experto en la comprensión. Estaba convencido de que el conocimiento era más fuerte que la superstición, y la razón más fuerte que la paranoia. Había sido una suposición ingenua.

Ahora sabía que la simple lógica no podía ganar un argumento contra los salvajes. La multitud había quemado la instalación de sus laboratorios, destruido sus registros y equipos, y asesinado a su amigo y compañero.

No tenía fervor animalista, terror supersticioso, o una inclinación por la destrucción sin sentido. Tenía algo más fuerte -su mente. Y Ptolomeo ya no lo usaría de manera fría, analítica. En respuesta a su violencia irracional, él estaba alimentado con una pasión y un objetivo, más allá de cualquier cosa que jamás hubiera sentido antes. Esto no era sólo un ejercicio de pensamiento o un problema en un cuaderno de trabajo, sino que era una batalla por la civilización misma, contra la barbarie. En lugar de aplicar sus conocimientos a actividades teóricas, a la correcta investigación y la difusión de ideas, Ptolomeo juró venganza, se comprometió a destruir los Butlerianos.

Utilizando la última parte del dinero que había extraido desde sus cuentas de laboratorio, y luego pedir prestado -algunos podrían decir robado- el total de sus fondos de investigación asignados por el Consejo de Zenith, Ptolomeo reservó un pasaje a un lugar donde estaba seguro de que sus habilidades serían bien recibidas. Allí estaría protegido, y podía ofrecer sus servicios a un hombre de ideas afines.

Kolhar. La sede de Venport Holdings.

Después de lo ocurrido en Zenith, se mostró reacio -y aterrorizado a revelar su identidad-, pero si en alguna parte del Imperio estaba libre de la influencia antitecnológica, era en aquel planeta. Recordó cómo el Directeur Venport había desafiado a Manford en la reunión del Landsraad. El magnate de los negocios lo entendería.

Después de llegar, sin embargo, tomó a Ptolomeo cinco días el poder tener una reunión personal con el administrador de VenHold. La flota espacial era un torbellino de actividad. Las naves llegaban y eran suministradas, sacadas de sus rutas regulares para partir en alguna misión no documentada. Ptolomeo sabía que no debía hacer preguntas, pero él era duro y persistente, con acero por huesos. Él no se rendiría.

En el vestíbulo del edificio administrativo, mostró sus credenciales a una sucesión de subordinados y, finalmente, habló directamente con Cioba Venport, la barrera más importante para una audiencia con el propio Directeur. Su experiencia anterior, y tal vez la mirada ardiente y obsesiva en sus ojos, la convencieron. Ella lo condujo directamente a la oficina de su marido.

A pesar de que quería ser valiente, la voz de Ptolomeo temblaba y las lágrimas le quemaban los ojos mientras recordaba su esperanzado encuentro con Manford Torondo en Lampadas, en el que le había ofrecido las prótesis de piernas, un milagro para restaurar su capacidad de caminar. Las emociones se mostraron en carne viva mientras describía lo que había sucedido a su laboratorio y su compañero. Quería hablar como un hombre dedicado, racional, superar su terror y dolor, pero se veía incapaz de hacerlo. Aun así, el Directeur Venport no dudó menos con él.

Traté de presentar una rama de olivo a los Butlerianos, y su respuesta fue asesinar a mi compañero y destruir mi vida—Ptolomeo tomó aliento mientras luchaba contra las llamas en su memoria, los terribles, e inquietante gritos.

Ptolomeo observó el destello de interés en los ojos de Venport, e insistió:

No he sido derrotado, señor. No voy a permanecer en silencio mientras que esos animales continúan su alboroto. Estoy aquí para ofrecer mis servicios en cualquier capacidad para defender a la civilización humana. Un día Manford Torondo entenderá que cuando me atacó, plantó las semillas de su propia caída.

Venport miró a su esposa en una consulta silenciosa, y ella le dio el visto bueno. La sonrisa del Directeur era tan amplia que su tupido bigote se había encrespado hacia arriba.

VenHold está encantado de tenerle, Dr. Ptolomeo. Tenemos acceso a una instalación secreta de investigación en un planeta desconocido, donde otros científicos como usted tienen la libertad de trabajar en proyectos innovadores, sin temor a la influencia Butleriana.

Tolomeo recuperó el aliento.

Eso suena maravilloso, increíblemente maravilloso.

El otro hombre dio unos golpecitos con los dedos sobre su escritorio.

Es un lugar donde puede dejar a su energía e imaginación tener rienda suelta, con recursos y fondos prácticamente ilimitados, para desarrollar avances tecnológicos que nos fortalecerán contra la oscuridad de la ignorancia. Tengo la intención de aplastar a esos fanáticos descerebrados bajo mi bota.

El alivio de Ptolomeo era tan grande que tuvo que sentarse. Sus ojos brillaban, y, finalmente, las lágrimas rodaron por sus mejillas.

Entonces ahí es donde pertenezco, señor.

***

CAPITULO 51

La mayoría de los logros no son más que los pasos iniciales o intermedios. El no seguir adelante es un error común.

MANFORD TORONDO, dirigido hacia Salusa Secundus.

Manford estaba a la vez inquieto y mareado después de su purga exitosa de las instalaciones de investigación del planeta Zenith. ¡Los descarriados pecados de Ptolomeo y su compañero Tlulaxa eran tan evidentes, y sus delirios tan profundamente arraigados! Sólo unas pocas décadas habían pasado desde la derrota de Omnius, y si las más grandes mentes científicas de la humanidad ya se habían alejado tanto del verdadero camino, entonces Manford lloraba por el futuro.

La profecía que Erasmo escribió en su diario continuaba persiguiéndole: Dado el tiempo suficiente, van a olvidar… y nos crearán de nuevo.

¡Tenía que probar que la profecía estaba equivocada! Aquel no era el momento de celebrar o disfrutar por una victoria asumida. Aquel no era un momento de orgullo desmedido, de tomárselo con calma. Después de que sus seguidores dejaran las ruinas humeantes de las instalaciones de investigación, Manford no volvió al pacífico Lampadas, por mucho que él quisiera un descanso tranquilo con Anari a su lado. En su lugar, ordenó a sus seguidores dirigirse a Salusa Secundus. Ya era hora de enfrentarse al Emperador Salvador Corrino y hacer que aquel hombre viera con claridad.

Cuando las naves de su fuerza de choque aterrizaron en el espaciopuerto de Zimia, no pidió autorización. Sus seguidores desembarcaron en masa e hicieron una marcha improvisada hacia el centro de la ciudad y el Palacio Imperial, mientras que los funcionarios salusanos trataban de decidir cómo reaccionar. La inesperada llegada de tantos manifestantes sorprendió a las fuerzas de seguridad de la capital, bloqueó el tráfico, y provocó en los asuntos diarios un caos. Manford se alegró de despertar esa atención, porque se aseguraba así que iba a ser tomado en serio. Le resultaba edificante.

Puesto que estaba haciendo una aparición pública formal, en lugar de ir a la batalla, montaba en un palanquín llevado por dos de sus seguidores. Anari Idaho caminaba a su lado, dispuesta a matar a cualquiera que le diera un indicio de problemas.

Mientras marchaban por la ciudad, Manford observó los bloques de edificios principales de la antigua Escuela de Medicina Suk. Los Suks habían establecido recientemente una base mucho más amplia en el planeta Parmentier, pero allí la estructura original de piedra seguía siendo un punto de referencia. Fuera del campus, un cartel, recientemente construido, celebraba el centenario de la escuela, a pesar de que los doctores Suk no habían establecido formalmente su orden hasta mucho después de la Batalla de Corrin.

Manford miraba la sede de la vieja escuela con fastidio, recordando el falso orgullo de aquellos médicos avanzados, como Ptolomeo, alegremente asumiendo que la tecnología podía arreglar cualquier fragilidad del cuerpo humano. Manford detestaba la idea de tener máquinas conectadas como parásitos en su cuerpo. Apartó su mirada de la antigua instalación médica, estremecido. Los hombres no debían creerse el equivalente de Dios.

Por delante, vio las llamativas torres del Palacio del Emperador Corrino. El propio domicilio de Manford en Lampadas no tenía tales pretensiones; sus riquezas estaban en su alma, en sus creencias y en la devoción de sus seguidores.

¿Debo enviar mensajero por delante para exigir una audiencia con el Emperador Salvador?—preguntó Anari.

Él ya sabe que estamos llegando. Cuando mi pueblo alcance la escalinata del Palacio, será la única invitación que necesitemos. El Emperador nos hará un hueco en su agenda, no temas.

Agarró los brazos del palanquín mientras sus portadores marchaban por las escaleras de piedra. Noukkers uniformados montaban guardia en los arcos, mirando a Manford sospechosamente. Él levantó la mano en un gesto amenazante.

He venido a ver al Emperador. Mi pueblo -que es leal a Salvador- le trae noticias importantes. Él querrá escucharlas.

El Emperador ha sido notificado de tu llegada—dijo el prestigioso guardia frente a él. Aunque estaba obviamente incómodo, el capitán se mantuvo firme—. Nosotros le informaremos tan pronto como esté disponible.

Manford le dio una suave sonrisa y levantó la voz.

Mis seguidores tienen hambre y sed. ¿Quizás algunos de los comerciantes locales puedan ofrecernos algunos refrescos mientras esperamos?

Sin ser invitados, los Butlerianos se dispersaron por los bares, restaurantes y puestos del mercado que servían a turistas y dignatarios alrededor de la Plaza Capital. Aunque algunos de los propietarios de estos servicios se quejaron, sabían lo suficientemente bien que no tenían que pedir el pago de las comidas o bebidas que los Butlerianos tomaban. Por la «gracia» de los vendedores, Manford prometió rezar por ellos.

Después de una hora sin una respuesta desde el interior del Palacio, su pueblo comenzó a mostrarse inquieto, y el zumbido de las conversaciones insatisfechas se hizo más fuerte. Anari Idaho estaba dispuesta a abrirse camino en el palacio, pero Manford la tranquilizó con una sonrisa y un gesto.

Por último, el capitán de la guardia se tocó la oreja, asintió con la cabeza, y le dio una sonrisa de bienvenida quebradiza.

Líder Torondo, el Emperador Salvador ha dispuesto un lugar donde usted y él pueden tener una conversación privada.

Manford se inclinó ligeramente.

Eso es todo lo que pedí.

Anari caminó a su lado mientras los porteadores llevaron el palanquín a través del arco en el gran hall de recepción. El resto de los Butlerianos se quedó afuera, pero Manford no estaba preocupado por estar separado de ellos. Podía convocar rápidamente a los fieles si los necesitara.

Salvador Corrino le esperaba en una pequeña sala de conferencias vacía. El Emperador parecía disgustado por haber sido obligado a adaptarse a la visita inesperada, aunque Manford observó el destello de inquietud detrás de sus ojos. Se sorprendió de que Roderick Corrino no estuviera allí, ya que el Emperador rara vez tomaba decisiones importantes sin el consejo de su hermano. Quizás Salvador no creía que aquello fuera una decisión importante; Manford tendría que convencerlo de lo contrario.

Con cierta dificultad, me las he arreglado para reorganizar mi agenda, Líder Torondo. Puedo hablar con usted no más de quince minutos—Su discurso fue lacónico—. Soy un hombre muy ocupado con muchas demandas importantes en mi tiempo.

Y he llegado con una de las tareas más importantes que debe afrontar—dijo Manford—. Gracias por recibirme.

Salvador no había terminado.

Su llegada causó una gran cantidad de trastornos. Se requieren permisos para un acontecimiento de estas dimensiones. Por favor, sea más considerado la próxima vez.

No voy a controlar a mis seguidores con permisos. Usted debe escucharme—La nariz de Salvador inspiró con indignación, pero Manford no tenía paciencia para herir los sentimientos mezquinos del hombre—. Recurro a medidas extremas porque el tiempo es corto, y el peligro se incrementa día a día. Oremos que no necesite seguir adoptando medidas extremas.

Los ojos del emperador se estrecharon.

¿Me está amenazando?

Estoy aclarándole. Anteriormente, cuando comparecí ante la asamblea del Landsraad, mi petición de voto se vio perturbada por la actividad terrorista. ¿Han sido los perpetradores sido capturados y castigados?.

El asunto está siendo objeto de investigación.

Manford entrelazó los dedos.

Entonces programaremos otra votación y exigiremos a cada representante del Landsraad estar allí. Tienen que decidir cuál es su posición sobre el futuro de nuestra civilización.

Voy a darle prioridad a usted lo mejor que pueda—Salvador estaba tratando de sonar duro, pero no podía ocultar su trago rápido—. El calendario de la Liga del Landsraad está completo desde hace bastante tiempo.

No es suficiente. Mis seguidores siguen descubriendo restos de las máquinas pensantes que podrían volverse fácilmente en contra de la humanidad, pero eso es sólo la punta del iceberg. El mayor peligro al que nos enfrentamos es la debilidad humana y la tentación. Los científicos y los industrialistas parecen tener la intención de provocar una nueva era de máquinas, una nueva dependencia de la tecnología. Mis seguidores acaban de descubrir esto en Zenith, y usted puede estar seguro de que nos ocupamos del problema. Todavía estamos en un punto de equilibrio muy peligroso, sin embargo. Nunca debemos olvidar nuestro dolor, nunca olvidar lo que Rayna Butler nos dijo. Hago un llamado a su corazón, Emperador Salvador Corrino, para hacer lo que es correcto. Póngase de nuestro lado y declare abiertamente su postura en contra de la tecnología avanzada.

Tengo muchos intereses en conflicto que pesan entre miles de planetas. Pero le prometo que voy a considerar lo que dice. Ahora, si eso es todo.

Si usted no elige el lado de la justicia, Sire, los Butlerianos lo harán por usted. Usted ve el grupo de sus súbditos leales que he traído aquí. A lo largo del Imperio, tengo millones de seguidores que son tan dedicados como estos. Juro que todos estamos dispuestos a estar a su lado y pelear. Siempre que haga lo que es correcto—Alzó las cejas, esperando.

El Emperador Salvador estaba claramente intimidado, aunque trató de no demostrarlo.

¿Y una votación en el Landsraad va a satisfacerlo?

El voto del Landsraad es evidente. No, mi pueblo exige un gesto más visible de su parte, una demostración dramática de su apoyo—Manford fingió que la idea sólo se le había ocurrido, a pesar de que lo había planeado cuidadosamente en el viaje desde Zenith—. Por ejemplo, considere la sede histórica de la Escuela Suk, aquí mismo en Zimia. Esos médicos arrogantes, con sus experimentos médicos extremistas, están tratando de cambiar la forma de la humanidad. Un ser humano debe tener cuidado de su cuerpo y rezar por la salud, no depender de máquinas que lo mantengan con vida. Tenemos que mejorar nuestras mentes y cuerpos a través de nuestras propias aspiraciones y el trabajo duro, no a través de medios artificiales. Sería un generoso primer paso si cerrase la Escuela Suk aquí -un gesto muy visible que enviaría un mensaje claro.

El Emperador Salvador miró de lado a lado, como queriendo que Roderick estuviera allí.

Lo consideraré… en el espíritu de mantener una buena relación con usted y sus seguidores. Lo que pide llevará tiempo, pero creo que me puedo permitir que usted tenga lo que desea con “la vieja sede de la escuela Suk”, siempre que usted no cause problemas aquí.

Manford extendió las manos sin poder hacer nada, sin mostrar su sensación de triunfo, aunque el Emperador lo había concedido fácilmente.

Los Butlerianos tienen mucha energía y entusiasmo, Sire. Tengo que darles un poco de libertad para sus pasiones… pero es un vasto Imperio, y hay una gran cantidad de trabajo que nos espera. Podríamos ir a los planetas exteriores, o podríamos permanecer aquí en Zimia. ¿Tal vez usted nos proveería una parte de la flota, doscientas naves del Ejército de la Humanidad? Podríamos ir a otro lugar y continuar nuestro trabajo lejos de Salusa Secundus. Por el momento.

Manford pudo ver el sudor en la frente del Emperador como lo había planeado.

Ahora que lo menciona, sí tenemos naves militares que ya no están siendo utilizadas. Tal vez podría juntar un par de cientos de naves retiradas del servicio. Usted tendrá que ponerlos a prueba y a la tripulación, pero se puede dedicar por completo a su esfuerzo – a condición de que se vayan muy lejos de aquí.

Manford sonrió y miró a Anari, que tenía una expresión de satisfacción.

Era optimista en que podríamos llegar a un acuerdo adecuado, señor—dijo—. Puedo disponer de mi propia gente para servir a bordo de la nueva flota, y a la vuelta nos hacernos cargo de la Escuela Suk, en el momento adecuado—Hizo una señal para que los portadores del palanquín giraran alrededor y se fueran. Mientras él se apartaba, Manford fingió no darse cuenta de que el Emperador Salvador dejó escapar un suspiro de alivio tembloroso.

***

CAPITULO 52

Todas las Hermanas poseen un entrenamiento similar, un vestuario similar, y presumiblemente, una mentalidad similar, pero debajo de la superficie son tan diversas y separadas como las raíces que se extienden a partir de un solo árbol.

REVERENDA MADRE RAQUELLA BERTO-ANIRUL, manual de la Hermandad.

La Hermana Candys Venport estaba rebosante de emoción y fascinación mientras corría hacia Valya.

¡Es la hermana Anna! Debes verlo por ti misma.

Valya se tambaleó sobre sus pies, lista para seguir a la chica a través de los túneles.

¿Está herida?—La hermana del Emperador tenía muy poco sentido común, y fácilmente podría haber conseguido meterse en problemas. Por otro lado, desde que regresara de la expedición de supervivencia y encontraran el cuerpo de Ingrid, Anna se tomaba más en serio sus estudios, y había venido mostrando una mayor preocupación por ellos.

No se ha hecho daño—La niña tiró de la mano de Valya—. Lo ha hecho mucho mejor de lo que Sabine o yo jamás podríamos.

Dentro de la pequeña cámara, Anna estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo, mirando fijamente al panel de la pared que contenía el enjambre de insectos excavadores. Su concentración se interrumpió y Anna parpadeó dándose la vuelta, sorprendida de ver a Valya allí.

Líneas rectas…—sonaba exhausta—. ¿Quién iba a imaginar que era tan difícil sólo hacer líneas rectas?

Al principio, Valya no entendía de lo que hablaba la joven, pero Candys fue a apuntar los túneles hechos por los nematodos excavadores. La mayor parte de el enjambre se arremolinaba alrededor de las curvas al azar de la naturaleza, pero en una de las esquinas del panel, todas las líneas estaban perfectamente rectas, exactamente horizontales y verticales, cruzándose en los cruces perpendiculares precisos.

Es como lo que hacía con los árboles de niebla allá en el jardín Imperial—dijo Anna—. Estos insectos me responden. Deben ser telepáticamente sensibles, como los árboles de niebla—Anna miró la expresión atónita de Valya, y bajó el rostro—. ¿Estás decepcionada? Cuando me dijiste que meditara sobre sus movimientos, ¿no era esto lo que yo tenía que hacer?

No, quiero decir que sí, esto está muy bien, sólo estoy… sorprendida—Tendría que estudiarlo más a fondo—. Estoy muy impresionada. Me pregunto si otras Hermanas pueden hacer esto.

Es un don que tengo—dijo Anna. La chica podría ser una mimada, inmadura y ser emocionalmente inestable, sin embargo, ahora Valya cambió su opinión. Si se la guiaba con cuidado, esos poderes mentales podrían ser útiles, aunque dudaba si Anna Corrino tenía la madurez o la actitud para lograr algo significativo.

Antes de que pudiera llevar a Anna a ver a la Reverenda Madre, Dorotea se detuvo en la puerta de la cámara. Parecía severa y endurecida.

Hermana Valya, te he estado buscando. Me gustaría que te unieras a mí, junto con algunas Hermanas especialmente elegidas, en una importante reunión privada.

¿Puedo ir yo también?—Anna se puso en pie—. Podría compartir algunas ideas para una reunión.

Esta reunión no es para acólitas. Valya pertenece a nosotras.

Anna pareció estar decepcionada, y un destello de celos onduló sobre su rostro. Tratando de calmar a la niña Corrino, Valya dijo

Voy a volver contigo tan pronto como pueda. Hermana Candys, lleva de vuelta a Anna a sus aposentos. Dorotea y yo tenemos asuntos que discutir—Se preguntó qué deseaba la otra mujer.

A pesar del creciente número de Hermanas entrenadas en Rossak, no era difícil encontrar verdadera intimidad. La gran ciudad-acantilado una vez había estado poblada con cerca de cien mil Hechiceras, sus compañeros, y los niños, junto con todos los habitantes locales de Rossak y forasteros que venían a recoger la riqueza de la selva. Las plagas de Omnius, sin embargo, habían acabado con gran parte de la población y grandes secciones de los túneles estaban ahora vacías.

Dorotea llevó Valya a una habitación sin ventanas, donde Valya evaluó rápidamente a las otras nueve mujeres que se reunían allí, incluyendo a la Hermana Perianna, que recientemente había regresado de Salusa, junto con la Hermana Esther-Cano, la Hermana Ninke, la Hermana Woodra, y cinco más que ella no conocía.

Les dije que podíamos confiar en ti -espero no estar equivocado acerca de ello—le dijo Dorotea—. Pareces ser la favorita de la Reverenda Madre, pero sé que también has trabajado con Karee Marques. Creo que estás dedicada a nuestra causa. Nos reunimos aquí para discutir el futuro de la Hermandad.

Puedes confiar en mí—dijo Valya automáticamente. Comenzó a evaluar a las mujeres en su mente, para descubrir el denominador común.

Dorotea anunció a todas las mujeres:

Estamos aquí porque nos preocupa que la Reverenda Madre Raquella haya perdido su camino.

La frente de Valya se frunció.

¿En qué sentido? Ella creó la Hermandad -¿acaso no define los objetivos de la orden, como la única Reverenda Madre?

La Hermandad tiene su propia identidad—dijo Dorotea.

Y tenemos mucho que ofrecer—dijo Perianna—. El Emperador ha descubierto esto. Muchas familias de nobles y los intereses comerciales también ven el valor en nuestra formación. Pero si la Reverenda Madre lanza su apoyo en el lado de los apologistas de las máquinas, puede dañar nuestra reputación.

No sólo nuestra reputación—dijo la hermana Woodra—, sino nuestras almas. La esencia misma de la Hermandad es ayudar a las mujeres a lograr la superioridad en cuerpo y mente, evitando el señuelo seductor de las máquinas.

Valya ocultó su sorpresa y tomó asiento. Suponía que tendría que informar de esta discusión a Raquella—. ¿Y cómo crees que la Reverenda Madre se ha alejado de esto? Ella tiene voces y recuerdos que el resto de nosotras no puede oír. Me inclino a confiar en su juicio.

Ninguno de nosotras sabe lo que es ser una Reverenda Madre—dijo Dorotea.

Sin embargo—dijo Ninke.

Raquella ha cambiado—prosiguió Dorotea—. Lo he visto. ¿No es posible que esas voces y recuerdos en su cabeza puedan engañarla, así como aconsejarla?

Valya fingió considerar el punto.

Nunca lo sabremos con seguridad hasta que descubramos cómo crear otras Reverendas Madres, para que podamos comparar unas con las otras.

¡Ella no ha hecho casi nada para investigar el asesinato de la hermana Ingrid!—dijo Dorotea.

¿Asesinato? ¿No es más probable que ella se cayera por el camino?—Valya mantuvo su tono informal—. Hay una razón por la que el camino del acantilado está restringido. Probablemente estaba en donde no se suponía que tenía que estar.

Eso no es todo. Hemos escuchado rumores de que incluso máquinas pensantes prohibidas pueden estar escondidas aquí en Rossak—dijo la hermana Esther-Cano, bajando la voz hasta un susurro nervioso.

Con un jadeo profundo, Valya no tuvo que fingir su sorpresa. ¿Cómo podrían estas otras mujeres saber sobre los ordenadores del programa de reproducción? Había deliminado a Ingrid antes de que pudiera decirle a nadie más. Valya dio un bufido de incredulidad.

Eso suena como una cacería de brujas Butleriana.

Dorotea apretó los labios y asintió lentamente.

Cuando la Reverenda Madre me envió a mi primera misión en Lampadas, ella quería que yo estudiara a Manford Torondo, para analizar a sus seguidores y sus acciones supuestamente irracionales. No creo que ella esperara que yo escuchara. Sin embargo, vi la verdad de Manford allí. Escuché los discursos grabados de Rayna Butler. Y aunque no viví durante esos tiempos yo misma, me enteré de lo horrible que las máquinas pensantes realmente fueron.

Valya se sentó y escuchó a las mujeres discutir los rumores que habían oído, y expresar sus temores. No tenía ninguna intención de tratar con estas mujeres. Asintió con la cabeza en los momentos oportunos, respondió con una expresión de preocupación o mirada contemplativa. Parecía que se había infiltrado.

*

Cuando las denunció ante la Reverenda Madre, la anciana recibió la noticia con una expresión grave, y le dijo a Valya que continuara con su amistad con el grupo.

Parece que tienes un talento natural para el engaño.

No escuchó ninguna condena en su tono, pero aún así, Valya se sintió desnuda frente a la anciana, con su alma al descubierto y todos sus pensamientos y motivaciones expuestos para la observación y el análisis. Valya mantuvo la mirada baja, un intento deliberado para provocar simpatía.

Lo siento si piensas que soy indigna de confianza, Reverenda Madre.

La capacidad de mentir convincentemente puede ser útil, siempre que se use para un propósito apropiado. Una vez entiendas lo que es mentir podrás entender a la verdad, nuestra verdad.

Valya apartó los ojos mientras la Reverenda Madre continuaba:

Hermana Valya, sé que proteges un ardiente deseo de redimir a la Casa Harkonnen, y acepto que puede que nunca te desvíe del todo de tu objetivo. Pero he mirado profundamente en tu alma, y creo que estás en el lugar correcto y en el momento adecuado para el bienestar de la Hermandad—Los ojos de la anciana se estrecharon—. Yo no te veo en una escala de buena o mala. Más bien, te veo como un medio para que nuestra orden pueda alcanzar la verdadera grandeza. Los dos objetivos no son necesariamente contradictorios.

Ella ya había percibido que Raquella la preparaba tanto a ella como a la Hermana Dorotea, incluso enfrentando a una contra la otra. Para ver quién era mejor.

Raquella se detuvo con una sonrisa amable.

Vas a lograr lo que deseas lograr. Creo que eres una de las mujeres jóvenes más capaces que he conocido, y es por eso que confío en ti mucho.

Valya sonrió con orgullo, pero se sentía extraña, como si hubiera sido hábil y maliciosamente manipulada desde una ruta que se había establecido para sí misma.

Y si te conviertes en una Reverenda Madre, como yo, entonces podrías llegar ser muy poderosa de hecho.

***

CAPITULO 53

Una cacería siempre será exitosa, siempre que uno esté dispuesto a redefinir las metas cuando sea necesario.

VORIAN ATREIDES, Diarios privados, período en Kepler.

Cabalgar al gran gusano de arena dejó asombrado a Vorian. Durante el viaje a través del desierto, Ishanti nunca había bajado la guardia. Sin embargo, tomó la aventura con calma, como si controlar a aquella criatura fuera una actividad cotidiana.

Mientras que el gigante se deslizaba a través de la arena con la velocidad de una tormenta de Coriolis, la mujer parecía preocupada porque Vor no estaba preparado para el desierto profundo.

¿Dónde están tu máscara y tus tapones para la nariz? ¿Cuánta agua llevas? ¿Y comida? No estás listo para este lugar.

Todavía aferrándose a las cuerdas, Vor tosió debido el hedor de polvo y canela que flotaba alrededor del gusano de arena.

Estaba en una aeronave, volviendo a la factoría de especia. No esperaba encontrar mi tripulación entero sacrificada, ni tenía intención de ser derribado.

Su mueca mostró lo que pensaba de su explicación.

Si se pudiera prever cada accidente, todos estaríamos preparados. Sólo aquellos que aprenden a aceptar la imprevisibilidad sobrevivirán.

Tú fuiste realmente impredecible. No te conozco mejor de lo que conozco a esos dos asesinos—Le dedicó su mejor sonrisa—. Francamente, prefiero tu compañía a la de ellos.

El Naib Sharnak decidirá qué hacer contigo—Ella empujó al gusano de arena con uno de sus aguijones, y la bestia corrió hacia adelante.

Por ahora, el hambre le apretaba en el estómago, y el polvo y la sequedad extrema del aire le habían resecado la garganta. Como para darle una lección, Ishanti no le había ofrecido nada de agua, aunque de vez en cuando la miraba sorbiendo de tubos a su cuello.

En toda su vida, Vor nunca había estado realmente tan sediento como ahora. A pesar de que había pasado el último mes en Arrakis, su metabolismo aún no se había adaptado a los cambios drásticos. Incluso bajo las escasas raciones del equipo de la factoría de especia, todavía conservaba un montón de agua en grasa, pero ahora su garganta se sentía como ceniza calientes. Su piel estaba seca, sus ojos le ardían, podía sentir como aquel mundo árido le robaba la humedad, hasta la última gota de sudor, cada toque de vapor de un aliento exhalado.

A pesar de que pudiera ser de carácter seco y miserable, sabía que Ishanti no dejaría simplemente que se perdiera, ya que ella se había tomado la molestia de rescatarlo. Por otro lado, ella no estaba obligada a mimarlo, ni él le pidió que lo hiciera. Intentó alejar sus pensamientos de su sed.

Horas más tarde, cuando se acercaban a una línea de montañas grises, Ishanti le explicó pacientemente con detalle, como si fuera un niño, cómo desmontar del agotado gusano de arena. Vor prestó mucha atención y, cuando llegó el momento, trató de imitarla mientras ella saltaba sobre la suave arena, y luego se quedo quieto en su lugar mientras la malhumorada bestia se deslizaba hacia adelante, sacudiendo su cola caliente con fastidio. Cuando se había alejado lo suficiente, Ishanti le hizo un gesto de silencio a Vor moviéndose juntos lejos de la criatura en retirada; él y la mujer se quedaron inmóviles otra vez mientras el gran gusano se detenía, se volvió en su dirección, y avanzó pesadamente hacia atrás hacia la abierta expansión del desierto. Ishanti dejó escapar un suspiro de alivio, y luego instó a Vor a que se dieran prisa hacia los acantilados.

Eres un principiante que aprende rápido. Bien.

A pesar de que estaba lleno de preguntas acerca de qué hacer a continuación, sintió su impaciencia con sus preguntas, por lo que sólo la siguió. Ella lo llevó a las rocas con total confianza, como si hubiera pasado por allí muchas veces antes. Estudió el terreno buscando cualquier pista sobre dónde podría encontrarse y descubrió que Ishanti estaba siguiendo marcas de guijarros bien colocados, unos pequeños signos que parecían casi naturales. Sólo unos pocos pies habían pisado aquellas rocas para marcar un sendero, o alguien podría haber borrado las huellas después de cada paso.

Recordó el campamento abandonado que él y la tripulación de especia habían encontrado en las rocas, y ahora estaba intrigado, pensando que podría finalmente llegar a conocer a los misteriosos «Freemen» de Arrakis. Ellos eran la razón por la que había elegido aquel planeta, fuera del foco, en primer lugar.

Vor no se dio cuenta de la cueva hasta que estuvieron en ella. La apertura estaba disfrazada por un codo de roca que requería un giro brusco a la izquierda, otra piedra en buena posición bloqueaba la entrada de la vista. Ishanti se detuvo para abrir una puerta con un sello de humedad, y se encontraron frente a tres hombres del desierto armados con cuchillos -medio desenvainados. Cuando Ishanti levantó la mano y dio una señal, la dejaron pasar, pero los hombres no dejaron que Vor entrara.

No respondo por él, todavía—dijo Ishanti—. Todavía tiene que pasar nuestras pruebas.

Vor los estudió, viendo sus posturas firmes, su disposición confiada para el combate, tomando nota de los colores blanco lechoso inusual de sus dagas. Decidió no hacer preguntas, ni suplicó por su vida, ni se rindió -sólo se enfrentaría a la gente del desierto, dejándoles hacer sus propios juicios en base a lo que veían. Los guardias parecían apreciar eso.

Este hombre es el único sobreviviente de un equipo de una factoría de especia—continuó Ishanti—. Déjadlo pasar. Tenemos que hablar con el Naib—Los tres se hicieron a un lado, pero no bajaron la guardia.

En una sombría gruta fresca, iluminada por un solo globo flotante, Ishanti le presentó a un hombre viejo y canoso que llevaba su largo cabello gris-negro en una gruesa trenza; tenía la frente alta, y una expresión tranquila y mirada dura. Ella hizo un gesto para que Vor se sentara en una de las alfombras de fibra con dibujos sobre el suelo de piedra, y tomó un lugar muy cerca de él. Vor permaneció respetuosamente en silencio mientras Ishanti resumía lo que había pasado a la tripulación de la factoría de especia a manos de dos cazadores aparentemente indestructibles, y cómo había ayudado a escapar a Vorian.

El hombre, el Naib Sharnak, consideró a Vor con frialdad, como un médico que realizara una disección, y luego levantó la barbilla.

¿Solo dos personas masacraron a un equipo de especia entero, derribaron su aeronave y pusieron en peligro a Ishanti? ¿Y dices que estaban tras de ti?

Dijeron que estaban detrás de mí. Nunca he visto ni oído hablar de ellos antes.

Una de las personas del Naib trajo un servicio elaborado de café de especia que era tan potente que Vor apenas pudo beber, a pesar de su sed. No le ofrecieron agua, aunque él la anhelara.

Yo misma tengo muchas preguntas sobre el joven y la mujer que causaron tanto daño—dijo Ishanti, entrecerrando sus ojos de azul profundo—. Represento a Combined Mercantiles aquí. Si uno de nuestros competidores ha descubierto un arma secreta o ha enviado asesinos y mercenarios, entonces tengo que hacer mi informe. No eran gente normal -quizá no del todo humanos. No van a ser fáciles de matar.

Los Freemen no son fáciles de matar, tampoco—dijo el Naib Sharnak.

Vor había estado lidiando con las mismas preguntas desde su huida, poderando las posibilidades, pero ninguna de las respuestas tenía sentido para él. La pareja de atacantes le había llamado por su nombre. Pero él había vivido una vida tranquila en Kepler durante décadas, y había llegado a Arrakis sin estridencias. Nadie debería haber sabido que estaba allí en absoluto. ¿Quién podría estar cazándolo?

Si hay una amenaza para el desierto, entonces es una amenaza para nosotros—dijo el Naib—. Voy a enviar exploradores para estudiar los restos de la factoría de especia -si queda algo. Usted se quedará con nosotros.

¿Cómo prisionero?

Sharnak enarcó las cejas.

¿Eres lo suficientemente tonto como para intentar escapar?

¿Adónde podría huir? De hecho, esperaba realmente encontrarme con usted. Es por eso que vine a Arrakis en primer lugar.

*

Dos días después, los exploradores del desierto del Naib Sharnak regresaron, una pareja de jóvenes llamados Inulto y Sheur. Mientras Vor se sentaba con el Naib en una pequeña caverna del sietch, los dos jóvenes describieron con palabras emocionadas lo que habían visto, la misión había sido, obviamente, una aventura para ellos. Ishanti entró para escuchar su informe.

Montamos tan rápido como pudimos, Naib—dijo Sheur—. Una tormenta de polvo por la noche nos llevó a un refugio pronto, pero nos fuimos de nuevo antes de la siguiente salida del sol.

¿Y qué habéis encontrado?

Nada—Inulto bajó la cabeza—. Un gusano había estado allí. Toda la maquinaria, la aeronave, los vehiculos de las dunas, los cuerpos- toda evidencia se ha ido. No queda nada.

Sé lo que vi—dijo Vor—. Estoy seguro de que los asesinos siguen vivos.

Ishanti estaba ansiosa y enojada.

Tengo que regresar a Arrakis City e informar a la oficina central. El Directeur Venport querrá saberlo—Miró a Vorian—. Supongo que deseas regresar a la civilización. Tenemos un transporte rápido. Te puedo llevar allí directamente.

Vor se sorprendió tanto al decir:

No, prefiero quedarme aquí por un tiempo. Me intriga hablar con su gente. El rumor es que viven una vida muy larga, más de un siglo.

«Son los efectos geriátricos de la melange—dijo Sharnak—. Esa es la forma en que vivimos. No se puede robar cualquier secreto de la inmortalidad de nosotros.

Vor rió.

Oh, ya tengo la inmortalidad, pero estaría interesado en hablar con otros acerca de ella.

El Naib miró las características de su visitante, probablemente tomando nota de los primeros indicios de canas en el pelo, y se burló.

¿Qué sabes tú de la inmortalidad?

Sólo lo que he aprendido durante los doscientos dieciocho años de mi vida.

Sharnak rió aún más fuerte.

¡Usted está delirando! Los forasteros creen cosas ridículas, cosas realmente ridículas.

Vor le dirigió una sonrisa de satisfacción.

Se lo juro, nací antes del comienzo de la Yihad de Serena Butler, hace más de dos siglos—Explicó quién era, a pesar de que estos pueblos del desierto aislados sabían poco de la política y la historia de la guerra contra las máquinas pensantes, un conflicto galáctico que había llegado a su fin un siglo antes—. He peleado en esas batallas épicas, viajado mucho, y he visto innumerables amigos morir, muchos de ellos con heroísmo. Vi a dos de mis mujeres parir mis hijos. Creé mis familias, y ellos, también, todos envejecieron… mientras yo no cambiaba. Los cymeks me dieron un tratamiento de extensión de la vida, y usted tiene su melange con sus propiedades geriátricas, pero hemos vivido los dos largas vidas – vidas largas y duras.

El Naib parecía perturbado por sus afirmaciones, pero Vor lo miró fijamente hasta que él desvió la mirada.

Ishanti extendió la mano para tocar el lado de la cara de Vor.

No tenemos la piel suave como tú—Entonces ella se contuvo y añadió con un resoplido—. Los viejos reflexionan sobre estas cosas. Estoy más preocupada por el negocio en cuestión, y si esos dos asesinos atacan a otras operaciones de recolección de especia.

En el siguiente amanecer, ella se fue en su aeronave.

***

CAPITULO 53

El precio no vale nada para el hombre que no puede poseerlo.

JOSEF VENPORT, memo interno de VenHold.

Los transportes de la Flota Espacial de VenHold eran usados primariamente para llevar pasajeros no militares y cargamentos, evitando astutamente conflictos interplanetarios, pero ahora Josef Venport estaba lanzando un ataque directo. Dudaba de que los trabajadores de Celestial Transport sacaran algo de una lucha, pero él intentaba conseguir aquello que debió haber sido suyo en primer lugar.

A través de su estudio de las detalladas cartas estelares, Draigo Roget había identificado el sistema estelar Thonaris como la localización probable de una importante base de las máquinas pensantes que hasta ese momento había escapado a la detección. De alguna manera, los exploradores de Arjen Gates, habían tropezado con el lugar -probablemente a través de tonta suerte, mientras que Draigo había calculado la ubicación a través del intelecto y la habilidad.

Y ahora, con una gran flota privada de naves de VenHold, todas ellas recargadas en armamento comprado en el mercado negro, Josef tenía intención de tomar el distante puesto de avanzada a su rival en los negocios.

Con la información compartida, las imágenes de las estrellas, y los cálculos insondables del tejido espacial interdimensional, el grupo de Navegantes guió a la flota VenHold al borde del sistema Thonaris, una estrella naranja anodina orbitada por un sol enano marrón prácticamente invisible. Escaneos de alta resolución peinaron el volumen del espacio en busca de signos de habitantes o de actividad industrial.

Draigo estaba junto a Josef en el puente de mando de una antigua nave militar tipo Ballesta que había comprado al Ejército de la Humanidad. Con modificaciones adicionales de los astilleros de Kolhar, la nave de guerra llevaba aún más potencia de fuego.

Estoy seguro de que este es el sistema estelar correcto, señor—dijo Draigo—. Pero todavía tenemos una amplia área para buscar y encontrar la estación.

Josef frunció el ceño, y se rascó el espeso bigote de color canela.

No puede ser tan difícil, o Arjen Gates nunca lo habría encontrado.

Los accidentes ocurren, señor… estadísticamente hablando.

Después de dos horas, la búsqueda había identificado seis planetas en el sistema -dos masas congeladas que no eran mucho más grandes que cometas, un mundo que era demasiado caliente y cerca del sol, dos gigantes de gas con una noción superficial de lunas, y un gran cúmulo de planetoides rocosos.

Estos planetoides irradian demasiada energía—dijo Draigo—. Indican actividad artificial, operaciones industriales, probablemente.

Josef estaba convencido.

Ese es nuestro destino, entonces. Prepárense para moverse. Vamos a hacer esto rápido y eficiente.

Draigo llamó a una proyección de las setenta naves VenHold, que estaban dispersas en un patrón como puntos de intersección en un diagrama  complejo.

Lo mejor es moverse con un golpe repentino y devastador. He planeado lo que creo que será un escenario eficaz, señor. En la Escuela Mentat, adquirí mucha experiencia en complicadas simulaciones militares del espacio.

Eso era lo que quería que aprendieras, Draigo. Dirigirás el ataque. La presencia de Celestial Transport tiene que ser arrancada y eliminada como una mala hierba—Transmitió a todas sus naves—. Mi Mentat tiene el mando táctico. Sigas sus órdenes en este combate—Luego se sentó a mirar.

Bajo el completo silencio de comunicaciones, las naves activaron sus motores estándar -más rápidos que la luz y descendieron al sistema. Draigo ya había dado instrucciones detalladas, nave por nave, trazando cada movimiento como si ya se hubiera producido la batalla. Todas las armas estaban activadas y listas para disparar, pero Josef había especificado que iban a causar el menor daño posible. Advirtió a los capitanes personalmente:

Voy a reducir el valor de cada nave viable que arruinen de su bono—Eso les debía dar un incentivo suficiente.

Los astilleros llegaron rápidamente a la vista, lo que demostraba que el Mentat estaba en lo correcto. Un planetoide estaba cubierto de cráteres con automatizados puestos de minería y maquinaria de procesamiento de metales, pero el corazón de los astilleros estaba en su complejo de ensamblaje en órbita baja, los grandes espaciopuertos que ocupaban las naves abandonadas. Las luces brillantes y firmas térmicas indican un nivel significativo de actividad.

Al menos cincuenta grandes naves robóticas colgaban en diversas fases de construcción. Enormes naves, con un poder de fuego brutal, estaban a oscuras excepto por una lentejuela de luces y una oleada de figuras que se movían alrededor en las cubiertas del motor. Josef vio al menos una docena de naves más pequeñas e identificó el centro administrativo de la base de CT en la red de trabajo en órbita. Además de las cincuenta naves terminadas y actualizadas con los motores dobladores de espacio, docenas más de naves estaban en construcción. El complejo de Thonaris también disponía de muchas fábricas robóticas que utilizaban materias primas de los asteroides para crear nuevas vigas estructurales, placas del casco y componentes internos. Pero los ocupantes de CT no se habían molestado en activarlas. Más bien, estaban requisando las viejas naves mayormente terminadas.

Los ojos de Josef bebían en todas las posibilidades.

Ya has superado mis expectativas, Mentat. Cuando esto termine, podrás reclamar tu recompensa.

¿Recompensa?—La frente de Draigo se frunció—. ¿No fue esta la tarea para la que me contrató, señor?

Y ha sido una buena inversión—Josef se inclinó hacia delante, mirando a la pantalla.

Los asaltantes de VenHold convergieron en el depósito de Thonaris como un enjambre de avispas enojadas, englobando las operaciones de acuerdo al plan de asalto del Mentat.

Como era de esperar, los trabajadores de CT entraron en pánico y comenzaron a transmitir alarmas. Unas naves intentaron evacuar, pero no tenían adónde ir. La flota de VenHold era una fuerza innegablemente superior, lista para una batalla rápida y decisiva.

Las operaciones de Celestial Transport parecían estar en las etapas iniciales de consolidación, después de haber reactivado sólo un puñado de las bases de fabricación. Bien, pensó Josef. No habían tenido tiempo para causar un daño irreparable. Los trabajadores también parecían tan seguros de sus actividades secretas que aún no habían establecido un sólido perímetro defensivo.

Peor para ellos.

El Mentat observó las imágenes escaneadas de los planetoides, las naves robot renovadas y las naves de CT en órbita, calculando y volviendo a calcular las posibilidades.

No tienen manera de rechazarnos, señor. Lógicamente hablando, deben rendirse sin disparar un solo tiro.

Eso sería conveniente, pero hay que estar preparados de todos modos—Por órdenes de Josef, sus naves no respondieron al pánico de las numerosas peticiones que los indignados trabajadores de CT hacían. La respuesta era innecesaria, ya que sus intenciones eran evidentes. Sólo quedaban los detalles.

Miró a Draigo, que no daba muestras de alegría. El Mentat dio su informe a paso ligero, con voz tranquila.

He identificado todos los puntos débiles, señor. Creo que podemos tener el complejo consolidado durante esta hora.

Para sorpresa de Josef, el propio Arjen Gates apareció en la pantalla. El jefe de Celestial Transport tenía el pelo corto de color marrón, una barbilla puntiaguda, y unos ojos que parpadeaban con demasiada frecuencia. Su voz era débil, lo suficientemente alta en el tono que siempre sonaba intimidado -y, ciertamente, tenía buenas razones para sentirse así ahora.

Quienquiera que seas, estás invadiendo territorio soberano. ¡Tengo derecho a este sistema no ocupado por las leyes de rescate! No tienes derecho a estar aquí.

Josef se echó hacia atrás y se rió entre dientes. ¡El odiado competidor era un premio inesperado que sería gratificante a un nivel completamente diferente!

Cuando nadie respondió a su demanda, Arjen Gates sonó aún más asustado.

Si usted es seguidor del movimiento Butleriano y quiere destruir estas naves robóticas, ya las he reclamado como propiedad personal. ¡No tienen derecho! ¡Estas son valiosas reliquias que se utilizarán para la expansión del comercio humano! Exijo hablar con su representante.

Josef dejó que el hombre esperara unos segundos más, y luego activó su propia comunicación.

No somos Butlerianos, mi querido amigo Arjen. Si te sirve de consuelo, no tengo la intención de dañar cualquiera de estas naves.

Cuando Arjen Gates comenzó a farfullar y gritar, Josef silenció el volumen.

Comienza la consolidación, Mentat- y no se te ocurra perder tiempo. Tenemos mucho trabajo que hacer aquí.

***

CAPITULO 54

El deslumbramiento lógico siempre derrotará a la ignorancia emocional, aunque la batalla no sea necesariamente bella.

Declaración de la misión, Centro de investigación de Denali.

Ptolomeo había sido advertido que incluso una simple inspiración en la atmósfera de Denali le abrasaría los pulmones y le causaría una muerte dolorosa. Se llevaban a cabo proyectos de investigaciones peligrosas bajo fuertes medidas de seguridad, con cortafuegos y mecanismos de seguridad que esterilizaban o aniquilaban un módulo completo de los laboratorios si algo salía mal.

Sin embargo, cuando llegó allí, Ptolomeo se sintió más seguro que nunca. Ninguna nave podría encontrar este lugar sin una orientación específica de un Navegante de VenHold. Los Butlerianos nunca podrían ir allí. Y era libre de seguir la investigación que eligiera.

Se sentía como un proyectil que había sido lanzado en una trayectoria de ajuste. Ahora entendía su verdadera vocación, la razón más importante para hacer la investigación. Sin fines de lucro o de conveniencia, sino para detener a los salvajes de la destrucción de la civilización misma. Un problema intelectual que resolver y una apasionada batalla para luchar. La muerte de su amigo de Elchan no sería en vano.

Viajó con un envío programado de contenedores de productos químicos, gases a presión, y suministros de alimentos. El jefe de investigación Tlulaxa, Noffe, le dio la bienvenida con una amplia sonrisa. Con la cabeza calva y prominentes manchas blanquecinas en la cara, Noffe no se asemejaba mucho al Dr. Elchan, el compañero asesinado de Ptolomeo, pero algunas de las características raciales Tlulaxa eran similares. Al ver al hombre, Ptolomeo sintió una punzada en el pecho; extrañaba a Elchan.

Noffe tendió la mano al nuevo científico.

Bienvenido a Denali, un lugar de descubrimiento sin restricciones. Debido a que el Directeur Venport te recomendó personalmente, espero grandes cosas de ti.

La voz del administrador tenía un timbre similar a la de Elchan, que hizo que Ptolomeo oyera el eco de los gritos agonizantes de su amigo en su cabeza. Respiró hondo y se obligó a no hacer una mueca.

Me siento honrado de estar aquí, señor. Esto es lo que necesito. Esto es lo que necesita el género humano… y tengo un plan para hacerle frente a los Butlerianos.

Noffe pareció oír su propio conjunto de gritos recordados.

Todos tenemos un objetivo común aquí, mi amigo. Esos monstruos saquearon mis laboratorios en Tlulax, destruyeron mi trabajo. Ellos no quieren que descubramos nada—Parpadeó, trayéndose a sí mismo de vuelta al presente—. Aquí en Denali, es diferente. Nuestro trabajo está subvencionado por Venport Holdings, y los descubrimientos rentables beneficiarán a la empresa. Pero también a la civilización humana.

No me importa si los beneficios de mis inventos se los lleva Josef Venport—Estaba ansioso por empezar—. Prefiero dar el poder a los visionarios racionales en lugar de a bárbaros violentos.

Después de pasar a través de tres enormes portones en el corazón de la instalación, llegaron a la oficina administrativa de Noffe. El hombre Tlulaxa se sentó y cruzó las manos sobre su regazo.

Mi corazón está con usted, he leído el informe sobre lo ocurrido en Zenith. Por favor, acepte mi palabra de que no es necesario tener miedo aquí.

Noffe se echó hacia atrás, como si un peso mucho más pesado que la gravedad planetaria lo estuviera empujando hacia abajo.

Yo solía pensar que el miedo era una debilidad. ¿Cómo podría una persona asustada y tímida lograr mucho, si él se veía frenado por sus preocupaciones? Pero los Butlerianos convirtieron el miedo en violencia y el pánico en un arma. Al crear problemas imaginarios y creando fantasmas de enemigos inexistentes, transformaron a la gente común en una manada salvaje que destruye todo lo que no entienden—Sacudió la cabeza con tristeza—. Y hay una gran cantidad que no entienden.

Ptolomeo tragó saliva y asintió.

Tenemos que ganar esta batalla por las mentes y el futuro de la raza humana. Pensé que los Butlerianos simplemente tenían un punto de vista diferente, que podríamos debatir el asunto de una manera racional—Nunca sería capaz de olvidar el aplastamiento, el saqueo, el asesinato sin sentido—. Ahora veo que ellos son el mal. El puro mal. Voy a ser uno de sus más grandes soldados en esa guerra que se avecinaba.

Noffe rió.

Oh, espero que usted sea mucho más que un soldado -Yo quiero que usted sea uno de mis generales.

El administrador Tlulaxa lo llevó a través de los módulos conectados. Con gran orgullo, Noffe le mostró un laboratorio lleno de tanques sellados que contenían mutados cerebros expandidos de los Navegantes fallidos. Habían sido separados de sus cuerpos físicos, recordándole los Pensadores legendarios, que se remontaban a antes de los días de la Yihad.

En comparación con nosotros, estos cerebros desarrollados nos hacen ver como unos niños que aprendieron sus primeros pasos—Noffe golpeó con los nudillos contra una de las curvas de las barreras transparentes—. Pero aún así, ellos dependen de nosotros para el soporte vital y la comunicación con el mundo exterior. Estos sujetos no pudieron ser aceptados como candidatos finales a Navegantes, pero podemos probar si sus cerebros mejorados sirven como componentes a máquinas nuevas.

Ptolomeo asintió.

El trabajo de mi vida, junto con el Dr. Elchan era desarrollar una interfaz superior entre la mente humana y los componentes artificiales. Quiero liberar a los humanos frágiles de la prisión biológica de su mortalidad—Bajó la voz—. Es un anatema decir esto en la Liga, pero creo que los cymeks mostraron el camino a un gran número de avances potenciales… si sólo Agamenón y los demás Titanes no hubieran sido tan diabólicos—Negó con la cabeza.

Noffe respondió con un movimiento de cabeza vigoroso.

Estoy completamente de acuerdo. Si una persona enloquecida utiliza un martillo para matar a alguien, ¿significa eso que deberíamos prohibir los martillos? ¡Absurdo!

Ptolomeo continuó hablando sobre el trabajo que él y Elchan habían hecho en Zenith.

Todas mis notas y datos fueron destruidos por la turba, pero estoy seguro de que puedo reproducir la mayor parte de mis estudios. Por desgracia, es muy difícil de encontrar cuerpos de caminantes Cymeks intactos después de que los Butlerianos realizaran sus purgas.

Los ojos de Noffe brillaban.

Entonces tengo algo que te podría interesar—Llevó a Ptolomeo a una gran cúpula-hangar de tejas de plastiacero blancas, iluminadas por globos suspensores. Dentro del hangar se hallaba de pie un intimidante cuerpo de una máquina de combate, con las piernas reforzadas con bisagras y un núcleo blindado, como una tarántula mecánica.

Ptolomeo tomó aliento agudo.

¡Un guerrero Cymek, y está completo! Hasta ahora, había visto sólo trozos.

Noffe fue magnánimo y activó una de las ventanas de visualización de la cúpula-hangar para que pudieran ver el paisaje que les rodeaba. A través de la niebla de cloro mortal, Ptolomeo discernió formas de máquinas arácnidas similares, así como organismos constructores y voladores.

Hay por lo menos veinte de ellos aquí mismo, en las cercanías de las cúpulas de laboratorio—dijo Noffe—. Después de que Vorian Atreides matara a Agamenón y al último de los Titanes, los cerebros neo-Cymek en esta base perecieron con el código de hombre muerto. Los cuerpos de máquinas son suyos, si es que puede hacer algo productivo con ellos.

Productivo—reflexionó Ptolomeo—. Y también defensivo. Voy a crear una manera de ayudar a que nos enfrentemos a la locura que barre el Imperio—Una vez más, extendió la mano para agarrar la mano de Noffe y le dio una sacudida vigorosa—. Vamos a unirnos y trabajar por el bien de la humanidad.

***

CAPITULO 55

Dadas las últimas tecnologías en armamento para fuerzas militares, tal vez parezcan suficientes para derrotar al enemigo, pero si no traes poder de fuego mental a la lucha, todo eso podría ser para nada.

Un General de la Vieja Tierra.

Durante las décadas en que Gilbertus Albans había operado la Escuela Mentat, un puñado de graduados se destacaba en sus recuerdos. Además de Draigo Roget, que ya de seguro habría encontrado algún poderoso benefactor en los nobles del Landsraad, recordó a Korey Niv, Hermine Castro, Sheaffer Parques, Farley Denton -y un número excepcional de Hermanas de la escuela de Rossak. Todos los rostros paseaban a través de su memoria ordenada, junto con las anécdotas sobre sus experiencias en la escuela.

Y ahora Karee Marques había vuelto, una de las últimas Hechiceras de sangre pura. Debido a su formación en la Hermandad, Karee ya tenía una mente organizada y el control preciso de su cuerpo. Un candidato perfecto para Mentat, había destacado allí. De las ocho Hermanas que había convertido en Mentats, Karee era de lejos la mejor. Había pasado mucho tiempo hablando de ella como con Erasmo. Gilbertus estaba muy contento de verla regresar.

Al aterrizar en Lampadas, Karee había enviado un mensaje para informarle de su inminente llegada. La anciana se bajó de un bote de alta velocidad en una de las cubiertas flotantes alrededor de los edificios escolares. Tenía más de un siglo de antigüedad, y su cabello blanco se había reducido; él esperaba que ella no notara nada malo acerca de su propia edad aparente, que no había cambiado en años. Las Hermanas eran extraordinariamente perceptivas….

La recibió en el muelle y le dio la bienvenida con gusto. Ella lo había visitado otras dos veces en los años posteriores a su graduación, pero nunca había traído regalos. Ahora él observó que llevaba un pequeño paquete.

Después de preguntar acerca de las dos Hermanas graduadas recientes, que ya habían regresado a Rossak, Gilbertus la llevó dentro de los diáfanos edificios que Karee conocía tan bien. Cuando llegaron a su despacho, presentó el paquete ante él, sonriendo.

Levantó las cejas, estudiando los detalles y tratando de buscar pistas.

¿Debo escanearlo por seguridad?

La Hermana Karee rió, un sonido alegre.

Puede tener consecuencias explosivas para los Mentats, pero le aseguro que no hay ninguna amenaza directa.

Desde el momento en que había establecido la escuela, Gilbertus había establecido medidas de seguridad estrictas. Su objetivo principal era proteger el núcleo de memoria de Erasmo, pero sus preocupaciones generales habían resultado bien fundadas cuando hacía ocho años un instituto rival de técnicas mentales emitió una demanda legal contra de la escuela Mentat y minó la capacidad de Gilbertus para obtener financiación. Él nunca había oído hablar del aquel instituto rival antes, pero el competidor persiguió el asunto ante los tribunales. Después de que su caso fuera desestimado por carecer de fundamentos, el líder enfurecido envió saboteadores a bombardear el sitio en Lampadas, y el ataque se había traducido en la pérdida de dos edificios y el daño a los demás. En respuesta, el Emperador Salvador disolvió la escuela rival y envió a sus líderes a la cárcel.

Pero Gilbertus confiaba en Karee Marques. Trabajó en los nudos con los dedos, pero las cuerdas que sujetaban el paquete estaban bien atadas.

Parece que me has proporcionado con todo un reto.

Gilbertus también estaba preocupado por los restos de la tecnología que guardaba, los meks de combate fuera de servicio y las mentes de computadoras desmanteladas que servían como valiosas herramientas de instrucción -especialmente después de la travesura de Erasmo en aterrorizar a la sobria Alys Carroll. Manford Torondo acababa de regresar a Lampadas con un grupo más amplio de entusiastas Butlerianos que nunca se habían reunido antes, y el hombre sin piernas había solicitado una reunión privada con Gilbertus para mañana.

Sí, la Escuela Mentat necesita seguridad.

Por último, quitó el tozudo cordón y abrió el envoltorio del paquete para revelar varios frascos de vidrio llenos de un líquido de color rojo rubí.

Karee se inclinó hacia delante.

Se llama safo, una destilación potente que hemos desarrollado durante mis estudios químicos en Rossak. Proviene de las raíces-barrera de Ecaz—Levantó las cejas, y ella continuó—. Lo he probado en varias Hermanas, y todas ellas han notado los efectos, pero es más profundamente eficaz entre nuestros Mentats.

Gilbertus observó la botella a la luz y el color rico brillaba a través del cristal.

¿Qué hace?

Promueve una intensa concentración y enfoque. Le da órdenes a tus pensamientos, agudiza tu propía agudeza. Lo he probado en mí misma. Después de beber incluso una dosis pequeña, uno de mis técnicos de laboratorio desarrolló muchas vías de investigación que no habíamos considerado antes.

Decidió probar la sustancia y pedir Erasmo su opinión.

¿Efectos secundarios?

Ella abrió la boca, y le mostró un sorprendente enrojecimiento en sus tejidos.

Se tiñe la piel, así que ten cuidado de no derramarlo en tus labios, o en cualquier otro lugar. No hay otros efectos secundarios conocidos. Si encuentras que el safo es beneficioso y decides dejar a tus estudiantes Mentat usarlo, puedo proporcionarte el proceso de destilación. Es mi regalo de nuevo a esta gran escuela. Estoy segura de que podrás obtener las materias primas fácilmente de los comerciantes de Ecaz.

Gracias—Puso el vial hacia abajo sin necesidad de abrirlo—. Voy a intentarlo más tarde, después de un nuevo estudio. Te doy las gracias por la oportunidad. Debemos buscar todas las vías para que nos ayuden en la mejora de la mente humana.

*

A la mañana siguiente, Gilbertus estaba preparado para su encuentro con Manford Torondo, aliado incómodo de la escuela Mentat.

Con un resorte a su paso, su alumna, Alys Carroll, introdujo al líder Butleriano en sus oficinas, y Gilbertus se puso de pie para recibirlo. Porteadores silenciosos llevaban a Manford en un palanquín. El líder Butleriano no pretendía que esto fuera una visita social. Habló rápidamente.

Todos podemos regocijarnos, señor Director; por ahora estamos en condiciones de ampliar nuestros esfuerzos y aprovechar toda la atención del Imperio. El Emperador Salvador ha dado a nuestro movimiento más de doscientas naves de guerra del Ejército de la Humanidad.

Usted tiene un objetivo admirable—dijo Gilbertus, porque se lo esperaba.

Seguimos encontrando violaciones, terca y necia resistencia. Por lo tanto, he decidido impulsar el límite aún más lejos. Debemos dar ejemplo. Mis propios aliados deben ayudar a demostrar la verdad—Los ojos de Manford se estrecharon mientras miraba alrededor de la oficina, como si buscara alguna forma de tecnología malvada. Gilbertus sintió un escalofrío, consciente de que el núcleo de memoria del robot estaba escondido dentro del armario sellado. Sabía que Erasmo estaría escuchando a escondidas con sus ojos espía, seguro ahora.

Quiero la ayuda de su escuela en esto, Gilbertus Albans.

Llegó a dominar su expresión, manteniendo en su rostro una máscara de calma.

¿Qué es lo que desea de mí?

Necesito Mentats que estén capacitados en tácticas de batalla. Con nuestras naves de guerra de reciente adquisición, necesito que los Mentats proyecten escenarios de batalla. En un sentido muy literal, esta será una guerra por los corazones de la humanidad.

Gilbertus ya sabía que sus estudiantes eran muy capaces, ya que él y Draigo habían jugado a la guerra teórica muchas veces, sin embargo, dudó.

Supongo que se podría hacer.

Entonces será hecho. Voy a necesitar a todos los que usted pueda proporcionar, especialmente a mis alumnos Butlerianos.

Alys habló rápidamente.

Me presento voluntaria para ese esfuerzo. Puedo ajustar mi entrenamiento en consecuencia—Miró a Manford, y entonces a Gilbertus—. Y sé que muchos otros estudiantes lo serán como yo.

No tengo ninguna duda de ello—dijo Manford.

Gilbertus se sintió incómodo. Sonrió y asintió con la cabeza.

Con su ayuda—continuó Manford continuó—, vamos a aislar los mundos sin control, los limpiaremos y los cuidaremos de sí mismos. Los amantes de las máquinas tienen su tecnología, pero no tendrán a mis Mentats.

La mente del hombre es sagrada—entonó Alys.

Gilbertus se obligó a no mirar en el aparentemente inocente armario donde guardaba a Erasmo.

Puede tomar meses prepararlos adecuadamente, pero voy a poner en práctica el nuevo plan de estudios de mañana.

Hágalo hoy—dijo Manford.

Alys abrió la puerta, y los porteadores del palanquín de Manford se volvieron y se lo llevaron fuera de la oficina.

***

CAPITULO 56

El camino para el avance humano yace sobre el descubrimiento, y los grandes descubrimientos generalmente atraen nuevos riesgos.

DEL LIBRO DE AZHAR.

Fuera de su ambiente, rodeada de desconocidos, Anna Corrino se había volcado en su amistad con Valya. Sintiendo los celos de la Princesa durante cualquier momento que pasaba con Dorotea, por necesidad, Valya trataba de dedicarle gran parte de su atención cuando fuera posible a la hermana del Emperador.

Pasaban días y días juntas, y Valya animaba a la joven a confiar en ella, en particular, sobre su romance con Hirondo Nef. Huele a tonto enamoramiento juvenil, pensó Valya, pero no dijo nada acerca de ello en voz alta, sólo se compadeció de su compañera y la consoló por su desgraciada soledad. Mientras hablaban, Valya sonreía a menudo para convencer a Anna que era una amiga cercana.

Una mañana, Valya llevó a la chica hasta el nivel más bajo interior de los túneles de las cuevas, donde los pasajes de salida hacía la lóbrega selva se habían sellado de forma permanente. Los ojos de Anna estaban muy abiertos por la fascinación.

¿Se supone que debemos estar aquí abajo?—Sus susurros demostraron ansias de hacer algo un poco prohibido.

Estos niveles contienen útiles, almacenes y las salas de máquinas de las cavernas superiores. Es el lugar donde se lleva a cabo una gran parte del trabajo de baja categoría. Antes, cuando esta era una ciudad mucho más grande, una plantilla de hombres se desempeñaba como trabajadores de apoyo, pero la Reverenda Madre ha hecho que la escuela sea un santuario para las mujeres con talento… lo que significa que debemos realizar el trabajo nosotras mismas. Se espera que todas las acólitas sirvan aquí en turnos, incluso la hermana del Emperador—En cuanto a ella, Valya preferiría haber estado trabajando con los equipos de reproducción, pero ella se concentraba en sus obligaciones para con Anna, por el momento, lo que Raquella considera una prioridad.

La expresión de Anna decayó. Estaba claramente desalentada por la asignación tan poco glamurosa.

Oh.

Valya, sin embargo, le dio una palmadita en la espalda de camaradería.

Me reuniré contigo en tu turno en la sala de costura, en la reparación de ropa. Podremos trabajar juntas un rato.

Aquello animó a Anna. Caminaron pasando las últimas estaciones de lavandería donde las acólitas de túnicas verdes limpiaban a mano las prendas en grandes tablas de lavar fija, usando agua por una cañería de los acuíferos subterráneos. El cuarto de costura tenía mesas largas con túnicas y ropa interior repartidas por ellas, cuatro máquinas de coser estaban unidas a las tablas, pero la mayoría de las acólitas utilizaban aguja e hilo.

Valya sacó una túnica blanca de una bandeja grande y se sentó en una silla disponible, extendiendo el manto sobre una mesa para indicar una costura deshilachada.

Esta es la túnica de una Hechicera. Esas mujeres son un poco quisquillosas, así que asegúrate de hacer un muy buen trabajo.

Me gusta coser—dijo Anna—. Algunas de las damas de la Corte me enseñaron a hacer el bordado tradicional. Parecía inútil al principio, pero con el tiempo me pareció calmante, y dejaba a mi mente divagar.

Valya recordó lo que la supervisora le había enseñado hacía años, durante su propio primer turno en la sala de costura, y ahora ella contaba la misma historia de Anna.

Uno de los grandes líderes religiosos de la Vieja Tierra, Mahatma Gandhi, solía remendar sus propias prendas. Él era un hombre sencillo, pero muy complejo en su pensamiento.

Nunca he oído hablar de él—Mostrando poco interés, Anna levantó la prenda y buscó a tientas el hilo. Valya encontró un traje negro cuyo bolsillo necesitaba ser zurcido y se sentó junto a la joven Corrino. Anna amaba charlar, y ahora pensaba:

¿Tiene la Reverenda Madre Raquella realmente las voces de todas sus antecesoras en el interior de su cabeza?

Ella ha alcanzado un pináculo de la capacidad que el resto de nosotras sólo podemos soñar.

Los ojos de Anna se iluminaron, y dijo con voz emocionada:

Ella dice que cada una de nosotras puede convertirse en una Reverenda Madre, también, si sólo nos podemos centrar en nuestros pensamientos y ser lo suficientemente fuertes como para sobrevivir al proceso.

Es muy peligroso—advirtió Valya—. Nadie, excepto Raquella, ha tenido éxito en la transformación. De hecho, la mayoría han muerto por el veneno.

¿Así que no lo has probado tú misma?

¡No!—Hasta que se comprobara el proceso, Valya nunca arriesgaría el futuro de su familia en una apuesta tan caprichosa—. Ayudé a la Hermana Karee con sus investigaciones para desarrollar el próximo fármaco útil para las posibles candidatas, pero mis otras responsabilidades en la Hermandad son demasiado importantes para mí como para tomar un riesgo tan grande.

Creo que sería fascinante tomar el veneno y oír voces—Anna tiró del hilo, pasó la aguja a través, y señaló la puntada apretada—. Mi madre era una concubina, y yo nunca la conocí… ¡pero podría tener toda su vida en mi cabeza! Siempre pude leer acerca de la línea de los Corrino en las historias, pero no sé mucho sobre mi madre. ¡Las voces podrían contarme todo!.

Somos primas de sangre, pensó Valya. Ella se aseguraría de que Anna se enterara de ello, pero no hasta el momento adecuado.

Valya trató de no fijarse en su objetivo de lograr la venganza del apellido Harkonnen, pero era como una lesión crónica de su psique. Griffin no le había enviado ningún informe de situación cualquiera que fuera, pero cada día esperaba recibir un mensaje triunfal declarando que él se había ocupado de Vorian Atreides -preferiblemente con una muerte lenta y dolorosa.

Anna se rió entre dientes.

Me acuerdo de un bufón en la Corte Imperial que oía voces en su cabeza. Dijeron que estaba loco, y se lo llevaron.

Las fosas nasales de Valya se encendieron.

La Reverenda Madre no está loca. Tan pronto como Karee Marques descubra la química transformadora apropiada, otras corroborarán sus afirmaciones.

¡Tal vez deberíamos hacerlo, sólas tú y yo!—dijo Anna en tono conspirativo—. ¡Podemos ser las primeras después de Raquella!

Valya levantó la cabeza, alarmada.

Cállate, no digas eso -aún no estás preparada. Ni siquiera yo lo estoy—Miró a su alrededor para asegurarse de que ninguna de las acólitas había escuchado los comentarios de Anna. Todas las voluntarias anteriores se habían sometido a las pruebas psicológicas más rígidas y exigentes, y aún así habían fallado. Anna Corrino era demasiado inmadura y desenfocada.

Ajena a la preocupación de su compañera, la niña terminó de reparar la túnica, dobló la prenda y la depositó sobre la mesa. Tarareando, finalmente inquirió en un tono frívolo:

Yo sólo estaba siendo curiosa, preguntándome qué pasaría Me gustaría tener esas habilidades algún día, eso es todo.

Valya se había hecho esa pregunta a sí misma muchas veces, pensando que con las habilidades añadidas de una Reverenda Madre, el control corporal preciso y la biblioteca de memorias históricas, podría ser una fuerza formidable para restaurar a la Casa Harkonnen. Pero si ella moría al intentar la transformación, su familia sufriría la pérdida, y todo el peso de la redención de la ignominia caería en los hombros de Griffin. Ella nunca le haría eso a su hermano.

La otra chica charlaba mientras continuaban reparando, pero Valya no dijo nada.

Esa noche, Valya tenía una incómoda sensación mientras ella estaba en su pequeña habitación privada, sin poder dormir. Muchas de las más jóvenes Hermanas compartían cuartos, pero con gran parte de la ciudad-acantilado vacía, a las Hermanas veteranas como ella, les daban su propia habitación. Ahora, sin embargo, pensó que debería haber sugerido compartir cuarto con la hermana del Emperador, sólo para cimentar su amistad… y permitirle vigilar a la chica más de cerca.

Durante la cena, mientras que Anna contaba historias de la Corte Imperial de otras acólitas, con Valya obedientemente a su lado, la Hermana Dorotea se unió a ellas. Las preocupaciones persistentes de Dorotea sobre la muerte de Ingrid y su repetido fisgoneo por los rumores sobre los ordenadores de la Hermandad, la hicieron una compañera de cena desagradable. Valya pretendía ser cordial, no queriendo llamar las sospechas de la otra mujer, pero era difícil, teniendo en cuenta lo que ella sabía. Por el momento, Dorotea la consideraba una aliada, y Valya no quería cambiar esa útil, engañada percepción…

Ahora, mientras trataba de dormir, los pensamientos de Valya continuaron agitándola, no solamente las preocupaciones sobre las sospechas de Dorotea, sino también las preocupaciones sobre lo que estaba haciendo Griffin, así como la responsabilidad de cuidar a Anna, y la persistente cuestión que siempre evitaba, la de tratar de convertirse en una Reverenda Madre por sí misma. Si Valya era de las primeras en tener éxito después de Raquella, ella podría tener el poder para gobernar la Hermandad un día.

De su trabajo con la hermana Karee, sabía de muchos fármacos no probados desarrollados en su laboratorio, a la espera de tener voluntarias para intentarlo. Pero pocas mujeres tenían el valor de dar el salto, y las que parecían demasiado ansiosas como Anna Corrino -estaban, obviamente, sin preparación.

Por el momento, Karee Marques había viajado a Lampadas para reunirse con su antiguo maestro Mentat, Gilbertus Albans. El laboratorio farmacéutico del bosque estaba vacío, e incluso Dorotea no pasaba sus días allí. Valya todavía tenía su clave de acceso, pero rara vez la usaba; Anna le había pedido en varias ocasiones hacer una visita secreta al lugar, y finalmente Valya se había visto obligada a acceder el día anterior, sólo para tranquilizar a la joven.

Pero aquella noche había habido algo más que intensidad en Anna. La Princesa había preguntado en repetidas ocasiones sobre el laboratorio farmacéutico y los venenos en espera de ser probados, y la siguiente candidata que podría hacer el intento de convertirse en una Reverenda Madre. Cuando Valya la reprendió por sus preguntas tan poco realistas, Anna se quedó en silencio -demasiado rápido y con demasiada facilidad, le parecía ahora.

Con un extraño nudo de temor, Valya se levantó y buscó en sus posesiones, incluyendo los bolsillos de su bata. Se turbó al descubrir que su llave des laboratorio había desarecido. Con el pulso acelerado, se vistió de prisa, tomó un globo de luz, y se apresuró hacia la cámara dormitorio de Anna en la sección de acólitas. Lamentablemente, no se sorprendió al descubrir su litera  vacía, aunque sus dos compañeras estaban profundamente dormidas.

Sabía donde Anna se había dirigido, pero no se atrevió a dar la alarma o despertar a otras Hermanas. Este era su problema, su fracaso, y ella tenía que tratar con él de inmediato.

Con su corazón latiendo más por miedo que por el esfuerzo, Valya corrió por la copa de los árboles polimerizados y tomó la cabina del ascensor hasta el piso de la selva. Al caer la noche, las selvas eran mucho más peligrosas que durante el día, pero ella temía que la hermana del Emperador tuviera la intención de tomar un riesgo aún mayor que los peligros naturales de la selva. Valya rompió en un sudor frío. Si algo le sucedía a Anna, las repercusiones políticas arruinarían todas las esperanzas de la familia Harkonnen.

Usando el globo de luz para iluminar sus pasos, Valya corrió por el camino enredado hasta el enorme árbol hueco, y encontró que la puerta de metal negra estaba entornada. Respirando fuerte, se apresuró a entrar en la cámara principal del laboratorio. Las diversos lugares de trabajo estaban vacíos, todos los experimentos apagados sin Karee para supervisar el trabajo sensible.

Al oír un ruido furtivo, vio a Anna en las sombras. La joven no parecía sorprendida de ver Valya allí, y ella habló con un susurro excitado, aunque eran las únicas en la cámara.

Tengo una de las drogas de muestra aquí. Aunque no puedo decir lo que es—Levantó una jarra de barro, retirando la tapa—. He estado buscando la que oliera el mejor—Sacó una pequeña cápsula azulada.

Valya se lanzó hacia ella y le quitó la cápsula de su mano. La jarra de barro cayó, rompiéndose en el suelo y dispersando pastillas.

Anna frunció el ceño.

Estaba eligiendo una para ti. Tú y yo podemos tomar el medicamento juntas y convertirnos en las primeras nuevas Reverendas Madres. ¡Vamos a mostrárselo a todas!—Se arrodilló para recoger algunas de las cápsulas caídas, pero Valya la obligó a ponerse en pie.

¡No deberías haber venido aquí sin permiso! ¿Sabes cuántas Hermanas ya han muerto?

Los ojos de Anna brillaban con lágrimas, afectados por el regaño de su amiga.

Yo iba a llevar pastillas y compartirlas contigo—Trató de liberarse, pero Valya la sostuvo firmemente por el brazo.

Sin aliento, la Hermana Dorotea llegó corriendo al laboratorio. Tenía los ojos brillantes y sospechosos mientras miraba a Valya.

Te he seguido. ¿Qué estás haciendo aquí?

Un destello de fastidio cruzó la mente de Valya. ¿Dorotea la estaba espiando?

No te preocupes, me he ocupado de ella—Habló con dureza en su voz, en un intento de disipar las sospechas de la mujer mayor—. No hay motivo de preocupación. La Reverenda Madre me dio instrucciones de velar por la Hermana Anna. A veces, ella es… impetuosa, pero la pillé a tiempo. No ha pasado nada—Sin soltar el brazo de Anna, condujo a la chica hacia la puerta. Por si fuera poco, ella le lanzó una mirada furiosa amenazante a la otra Hermana, echándole la culpa—. Con la hermana Karee lejos, este laboratorio es tu responsabilidad. Nunca se debe dejar esta lugar sin vigilancia, incluso de noche. Pudo haber sido una catástrofe.

Dorotea se quedó perturbada.

Tengo que informar de esto a la Reverenda Madre.

Sí—dijo Valya—. Lo haremos.

Anna intentó reprimir sus lágrimas, mientras Valya se la llevaba, susurrando a la acólita

No hay necesidad de preocuparse. Yo me encargaré de esto, pero ni se te ocurra tratar de escapar de mí otra vez.

***

CAPITULO 57

A pesar de su apariencia de infalibilidad, las proyecciones de las computadoras no son prescientes.

TICIA CENVA, antigua líder de las Hechiceras de Rossak.

Al día siguiente, Raquella leyó el informe completo firmado por la Hermana Perianna, detallando su servicio a la esposa de Roderick Corrino en la Corte Imperial. Después de ser atrapada espiando de forma inepta, Perianna había escapado antes de que le pudieran hacer demasiadas preguntas, y había vuelto a Rossak en un estado de ánimo deprimido. Decepcionada, Raquella guardó el informe. Perianna había perdido su posición vital en Palacio, y su esfuerzo no había conseguido más que unos pocos detalles triviales acerca de las interacciones internas entre Salvador, Roderick, y sus mujeres. Nada de mucho valor.

Con un sabor amargo en la boca, Raquella dejó su oficina y fue a observar las clases en curso. Le gustaba variar sus rutas y horarios para obtener una imagen más completa de lo que estaba pasando. Cuando la Hermana Dorotea la llamó por su nombre en uno de los pasillos, Raquella sintió un escalofrío por la espalda, pero se obligó a mantener la calma, a pesar de que las voces de las Memorias en su cabeza clamaban advirtiendola. Dorotea se había convertido en una molestia últimamente, y el cariño latente incluso de Raquella con su nieta se había desgastado.

La noche anterior, Dorotea había marchado a sus aposentos privados con la Hermana Valya y Anna Corrino a cuestas, diciendo que Anna se había rebelado en los laboratorios en la selva. Aunque alarmada por la información, Raquella dio una respuesta severa.

Es responsabilidad de la Hermana Valya. Yo no tengo que estar preocupada por cada broma o travesura cometida por una acólita.

Dorotea no había estado satisfecha por la reacción, y se había ido murmurando descontenta.

Más tarde ella volvió corriendo de nuevo, respirando profundamente para calmarse.

Reverenda Madre, he leído el informe de la muerte de la Hermana Ingrid, y no estoy satisfecha con las conclusiones. Creo que el asunto debe ser objeto de nuevas investigaciones.

Juntando sus manos frente de ella, Raquella dijo:

Ingrid era una muchacha impetuosa, que mostró un gran potencial. Su muerte fue una pérdida para la Hermandad, pero el asunto está cerrado.

El enojo de Dorotea era palpable.

¿Está demasiado ocupada para hacer frente a un asesinato, Reverenda Madre?

¿Asesinato?—Raquella entrecerró los ojos—. La niña se cayó del acantilado. Es una peligrosa ruta en donde no debería haber estado. Eso es todo lo que hay del asunto. Los accidentes ocurren.

¿Y si alguien la empujó por el acantilado?

¿Sugieres que tal grave delito fue cometido por una de tus Hermanas compañeras? ¿Tienes pruebas de ello?—Raquella colocó sus manos en sus caderas—. ¿Alguna evidencia en absoluto?

Dorotea bajó la mirada.

No, Reverenda Madre.

Como si llegara al rescate, la vieja Hechicera Sabra Hublein corrió hacia ella, y Raquella pudo leer la alarma en el rostro de la anciana. Su túnica blanca estaba sucia en la parte frontal inferior, lo que sugería que podría haber corrido en su prisa por debajo de las cuevas de las grabaciones de cría.

Con apenas una mirada a Dorotea, Sabra dijo:

Perdone la interrupción, Reverenda Madre, pero tengo que hablar con usted a solas—Bajó la voz—. Hemos hecho una proyección importante.

Encantada de tener una excusa para poner fin a la conversación, Raquella desestimó a Dorotea. Aunque la otra Hermana no estaba, obviamente, satisfecha, la Reverenda Madre tomó a Sabra por el brazo y la llevó rápidamente a través de los túneles, pasando las salas de las aulas y hasta sus oficinas privadas, donde podrían reunirse sin ser oídas.

Sabra susurró:

Nuestros equipos han ordenado a través de proyección tras proyección, utilizando todas las variables, todas las montañas de datos -y tengo alarmantes noticias relativas a un linaje noble específico—Su voz era áspera, como el papel roto—. Haciendo uso de todo nuestro poder de computación, hemos recopilado los datos de linajes y descendencias proyectados utilizando las muestras disponibles de ADN de toda nuestra biblioteca de crianza, aplicando las probabilidades primarias, secundarias, terciarias, y más allá. Es posible que hayamos llegado a los límites de las capacidades de los ordenadores, pero estoy segura de que la proyección es válida.

¿De cual línea de sangre?—preguntó Raquella, tratando de mantener la calma—. ¿Los descendientes de quién?

¡Del Emperador Salvador Corrino! Hemos modelado su posible descendencia a través de la Emperatriz Tabrina, a través de cualquiera de sus concubinas actuales, y todos los otros linajes nobles probables. Su genética Corrino específica es el factor común.

Raquella podía observar que era una investigación de mérito.

¿Y qué es lo que has encontrado? ¿Por qué estás tan alarmada?

Los ojos de Sabra brillaron.

Es muy coherente, e incluso nuestras Hermanas Mentats han verificado la conclusión general de que si se le permite Emperador Salvador a tener -a través de la descendencia con cualquier probable compañera- su familia, va a producir el tirano más terrible en la historia, dentro de cinco a diez generaciones. Si los modelos de proyección son correctos, billones o trillones de vidas podrían estar en juego, un derramamiento de sangre a escala de la Yihad.

¿Se puede predecir eso?

Oh, sí, Reverenda Madre, con un grado razonable de exactitud. Si esta línea de sangre continúa, un tirano resultante estará destinado a causar el caos y una carnicería en todo el Imperio. Naturalmente, hay muchos factores en la creación de un modelo de este tipo, y los ordenadores no pueden estar absolutamente seguros, pero la probabilidad es preocupantemente alta. Yo recomiendo vivamente, como medida de precaución, que encontremos alguna manera de evitar que el Emperador tenga hijos.

¿Qué pasa con su hermano, Roderick? Él ya tiene hijos. ¿Tenemos que reducir la línea de sangre Corrino por completo?

Sabra mostró un atisbo de alivio.

No, Roderick Corrino tiene una madre diferente, y una composición genética diferente. De hecho, él no tiene ninguno de los factores peligrosos, ni tampoco sus cuatro hijos. Ya hemos estado manteniendo una estrecha vigilancia sobre ellos. Sólo Salvador eleva nuestras preocupaciones.

Según los registros, la madre de Salvador había sido emocionalmente desequilibrada y había intentado matar al Emperador Jules cuando decidió poner fin a su servicio como concubina. Por el contrario, la madre de Roderick no sólo era hermosa, sino también muy inteligente. La madre de Anna era también normal, de una buena cepa genética. La falla, entonces, proviene de la línea materna de Salvador. Raquella no era la única que creía que Roderick hubiera sido un mejor Emperador que su hermano.

El coro de voces dentro de su mente estuvo de acuerdo, también.

Permíteme examinar los datos, y decidiremos sobre el siguiente paso. A pesar de las necesidades dinásticas, hay pocas posibilidades inmediatas de que Salvador deje embarazada a la Emperatriz, ya que apenas pueden aguantarse entre ellos, de acuerdo con los informes de las Hermanas Dorotea y Perianna. Podríamos, sin embargo, tener la necesidad de controlar a sus concubinas….

Esto es bastante peligroso, Reverenda Madre, pero no debemos dejarlo al azar. Si arrancamos el problema de raíz ahora, el curso de la humanidad será relativamente fácil de corregir.

Y podemos hacerlo—dijo Raquella—. Nadie más podrá ver la amenaza—Sonrió para sus adentros. Este era exactamente el tipo de reto para el que había creado y guiado la Hermandad.

Las voces en sus Memorias continuaron susurrando advertencias, reaccionando con alarma y confirmando lo que Raquella ya había decidido.

Rara vez dejo algo al azar, Sabra. Prefiero esterilizar a Salvador en vez de tener que matarlo, pero hay que hacerlo. Será nuestra contribución al bienestar del Imperio.

***

CAPITULO 58

Un juramento de lealtad es como una promesa a Dios.

ANARI IDAHO, Maestra Espadachín a Manford Torondo.

Como Manford había quedado complacido por las concesiones que había recibido del Emperador Salvador, Anari también lo estaba. Doscientas treinta naves del Ejército de la Humanidad le habían sido entregadas, para que así sus Butlerianos pudieran expandir sus operaciones de busqueda de cualquier tipo de tecnología seductora. Pronto tendría más Mentats entrenados en tácticas también.

Siempre había sido la mayor gloria de Anari ayudar a Manford a lograr lo que la Santa Serena y Rayna Butler le habían encomendado que hiciera, pero ahora estaba especialmente feliz de estar viajando con él hacia Ginaz, el hogar de la Escuela de los Maestros Espadachines. Durante el vuelo, Anari le atendió en cada necesidad, y se distrajo en pensamientos nostálgicos. Había pasado años entrenándose en aquel planeta tachonado de islas, convirtiéndose en una Maestra Espadachín certificada.

Apoyado en su asiento Manford miró por el ventanal del transbordador en descenso. Ella se inclinó, con su cara cerca de la suya, y juntos contemplaron el océano iluminado por el sol, capturando su primera visión del archipiélago en donde se asentaban los campos de entrenamiento de los Maestros Espadachines.

Manford le dedicó una cálida sonrisa, melancólica.

Contigo hablando en mi nombre, Anari, vamos a asegurar más que suficientes Maestros Espadachines para dirigir a los cruzados en todos nuestras naves nuevas.

Su corazón se hinchó con el cumplido.

—Tendré poco que hacer en ello, Manford. La dedicación y la moral están arraigadas en cada Maestro Espadachín. Ellos son los paladines de la humanidad y se unirán a nuestra causa, por ti, y porque es lo que hay que hacer.

Le dio una palmadita en el brazo.

Eso no disminuye el hecho de que me alegro de que estés aquí conmigo.

El transbordador aterrizó en la isla principal, donde un sinnúmero de estudiantes a Maestros Espadachines habían sido entrenados en los años transcurridos desde la muerte de Jool Noret. Anari abrochó el arnés, tiró de las correas en su pecho y cintura para asegurarse de que eran seguras, luego se volvió y se agachó. Manford la agarró por los hombros y se encaramó en el zócalo formado para mantener sus caderas. Se puso de pie sobre las piernas musculosas, apenas notando el peso añadido, y caminó con orgullo por la rampa.

Un grupo de bronceados combatientes, descamisados, había venido a darles la bienvenida. A pesar de que muchos de sus compañeros estaban dispersos en misiones privadas por todo el Imperio, ella reconoció a dos de sus profesores Maestros Espadachines entre el comité de bienvenida. En lugar de saludar a sus instructores, sin embargo, ella fingió ser invisible. Anari no quería sobrepasar sus funciones. En aquella situación, junto a su amado Manford, estaba allí únicamente por él, para llevarlo y servirle a él -no para demostrar su propia posición importante-. No iba a hablar a menos de que necesitara hacerlo.

Mientras estaban de pie bajo la luz brillante del sol, Manford observó al comité de bienvenida. No dijo nada, esperando a que uno de los instructores se reverenciara, y luego todos los Maestros Espadachines hicieron lo mismo. Era una señal suficiente de respeto. Manford les hizo un gesto hacia arriba, sonriendo con benevolencia.

Vengo ante ustedes con una gran oportunidad—dijo—. A pesar de que nuestra cruzada contra las máquinas ha terminado y hemos derrotado a Omnius, la raza humana aún necesita a los Maestros Espadachines. Tenemos una nueva batalla, no sólo para luchar contra los opresores, sino para salvar nuestro futuro. ¿Todavía recuerdan cómo luchar?

Una aclamación rotunda levantó de los reunidos.

¡Sí!—Más hombres y mujeres musculosos habían llegado a la zona de aterrizaje para ver a Manford.

Los Maestros Espadachines tenían poca utilidad para ocupar un rango y la autoridad. Entrenaban unos contra otros, superándose mutuamente. Eran combatientes superiores evidentes para cualquier observador, y no necesitaban una insignia especial, aparte de las armas que llevaban enfundadas. Uno de los instructores, el Maestro Fleur -uno de los instructores más duros de Anari- ahora actuaba como portavoz.

Damos la bienvenida a un nuevo reto. Los Maestros Espadachines de Ginaz han esperado durante mucho tiempo un digno oponente. Seguimos las enseñanzas del gran Jool Noret, pero muchos de nosotros trabajamos como meros guardaespaldas, o viajamos a través del nuevo Imperio ofreciendo nuestros servicios a los oprimidos. Sin embargo, siempre hemos esperado más.

Anari casi pudo oír la sonrisa en la voz de Manford cuando dijo:

Entonces estoy muy contento de haber venido aquí.

*

En las colinas cubiertas de hierba, sobre una playa de arena negra, los Maestros Espadachines se entrenaban para el combate. El Maestro Fleur había establecido una demostración especial para Manford, que estaba sentado en una silla especial. A su lado, permanecía mirando ansiosamente Anari. Una parte de ella deseaba participar, recordando cuando ella misma había sido una estudiante. Sabía que si ella se lo pedía a Manford, le daría permiso para que se uniera, pero ella tenía un propósito más elevado ahora. Aunque recordaba con cariño sus días de entrenamiento, sus actuales funciones eran mucho más importantes.

El Maestro Fleur había pedido un robot de metal negro de aspecto demoníaco para que fuera colocado en el centro de la zona de césped abierto. El enorme mek de batalla con múltiples brazos sobresalía con sus cuatro metros de altura, un Goliat robótico rescatado de una de las naves abandonadas de las máquinas. Estaba de pie sobre unas patas como columnas, con protuberancias espinosas defensivas en sus codos, hombros y cintura. Las armas de proyectiles incrustadas en sus cuatro brazos estaban desactivadas, pero el mek poseía otras técnicas de lucha brutal y bastante fuerza motora como para levantar edificios.

Pareciendo minúsculos, los alumnos a Maestros Espadachines rodeaban en un anillo a la máquina, listos para demostrar su destreza con primitivas pero efectivas espadas de impulsos.

Fleur le dijo a Manford:

Continuamos perfeccionando nuestras habilidades de lucha, por si las máquinas pensantes alguna vez regresan.

Anari sabía que el estar tan cerca de la enorme pesadilla mek hacía que Manford se sintiera incómodo, pero ella lo protegería. Le molestaba la idea de que los Maestros Espadachines, así como la Escuela Mentat, sintieran la necesidad de mantener estos odiosos recuerdos como parte necesaria del entrenamiento, pero de mala gana lo entendía. Otro compromiso, un mal necesario.

Uno de los estudiantes activó los sistemas de energía del mek, y sus fibras ópticas brillaron como una constelación de estrellas en su cara negra pulida, evaluando su entorno. La máquina de batalla giró por la cintura, se estiró y elevó su gigantesco caparazón desde los hombros. La cabeza roma dio una vuelta completa escaneando a los opositores que se enfrentaban contra él.

Con un grito, los alumnos Espadachines se lanzaron hacia adelante.

Manford observó con interés. Los ojos de Anari brillaban al recordar muchos de estos ejercicios. Creciendo como una huérfana, se había visto obligada a superar grandes dificultades y había luchado contra incontables oponentes para demostrar que era lo suficientemente buena. En su adolescencia, había hecho su camino a Ginaz y exigido ser entrenada. En poco tiempo, ella derrotó a cinco personas que trataron de negarle la entrada a la escuela, y, finalmente, los Maestros la aceptaron. Allí, estudió todo tipo de técnicas de combate: cuerpo a cuerpo, así como táctica, luchando contra humanos o máquinas. Su cuerpo había sido golpeado y maltratado innumerables veces, pero ella siempre se había curado, y su corazón nunca había sido derrotado.

Uno de sus camaradas había sido Ellus, el único aprendiz que podría pelear con ella para un punto muerto sobre una base regular. Finalmente los dos se hicieron amantes, pero ellos tomaban el disfrute más físico con el sudor y la alegría del combate que del sexo. Debido a eso, Anari había sido capaz de dejar a un lado sus sentimientos por el hombre cuando ambos se dejaron para unirse a los Butlerianos. Desde que conocía a Manford, ella había formado objetivos más importantes y aceptado una misión que iba más allá de las unidades hormonales de los seres humanos comunes y corrientes. En la mente de Anari, la lealtad y la dedicación lograban un estado superior.

Anari recordaba cuando ella y Ellus habían luchado contra un modelo equivalente al mek de batalla, y los dos se habían destruido al oponente gigantesco. Mientras ella permanecía como compañera cercana de Manford, Ellus había marchado con otros dos Maestros Espadachines y un grupo de Butlerianos, dedicandose a localizar y destruir docenas de bases Cymek perdidas.

Se esperaba que estuvieran fuera durante meses, pero sabía que Ellus volvería a Lampadas y anunciaría su éxito. En algún momento ella lo podría haber echado de menos por estar desaparecido durante tanto tiempo, pero ahora tenía Manford… más de Manford que cualquier otra persona pudiera tener. Esa clase de amor era tan puro y claro como un diamante de Hagal.

Ahora, ella estaba inquieta y fascinada mientras los aprendices Espadachines golpeaban al mek de combate, atacándolo como una multitud exuberante y mortal, pero la máquina de batalla descomunal no sería derrotada fácilmente. Los alumnos siguieron luchando como lobos que trataran de derribar a un mamut furioso.

El enorme mek atacó con sus cuatro brazos articulados, chasqueando las pinzas articuladas. Se apoderó de una de las espadas de impulsos y la echó a un lado, tirando tan fuerte que dislocó el hombro del luchador. El hombre desarmado gritó de dolor y se tambaleó a un lado mientras dos aprendices se zambullían en la brecha para cubrirlo. El mek de batalla les dio un manotazo a un lado. Luego se movió hacia atrás repentinamente y puso un brazo espinoso, señalando hacia los lados para destripar uno de los alumnos. En una explosión de sangre, la víctima tropezó y tosió. Finalmente otro luchador se lo llevó, pero era claramente una herida mortal.

La visión de la sangre aumentó el frenesí ofensivo de los alumnos restantes, que se abalanzaron sobre la máquina. Sus espadas pulsadoras desactivaron uno de los cuatro brazos de lucha del mek. El mek de batalla se tambaleó hacia arriba y barrió de lado, golpeó a tres más de los aprendices, que surgieron de nuevo a sus pies y saltaron lejos.

El mek giró y empujó con sus tres brazos activos en una ráfaga de agudos y punzante golpes. Trató de disparar sus armas de proyectiles inútiles, pero vaciló cuando los sistemas de armas integrados no funcionaron.

Anari respiraba con dificultad, mirando intensamente. Su palma sudada apretó la empuñadura de su propia espada de impulsos con tanta fuerza que pensó que podría aplastarla. Bajó la mirada hacia Manford en su silla, al descubrir que la observaba en lugar de la pelea. Sus ojos brillaban comprendiendo.

Ve—le susurró.

Como una piedra lanzada por una catapulta, Anari se lanzó a la carga con una sonrisa salvaje y encantada en su rostro. Su primer golpe con la espada pulsadora envió una vibración que adormeció todo el camino hasta su brazo, haciendo un hueco serio en el caparazón de la máquina.

Anari cambió la espada pulsadora a la otra mano y siguió luchando. Una estocada en una buena posición a la cara metálica lisa del mek destruyendo un conjunto de fibras ópticas, dejándolo fuera de combate. Trabajando juntos, tres de los participantes habían usado sus espadas para bloquear uno de los brazos articulados de lucha del robot.

El resto de los combatientes se arrojaron sobre el mek de batalla sin tener en cuenta la seguridad personal, dando puñaladas y golpes. El golpe de Anari a las fibras ópticas había creado un punto ciego, y un aprendiz fue capaz de llegar a la placa de acceso bajo la cabeza mecánica. Quitó la placa y empujó su espada pulsadora profundamente en el núcleo del robot.

Herido y lisiado, el mek de batalla ya no podía luchar. Anari agarró uno de los brazos articulados inútiles y lo portó sobre la maquina-mamut, en una extraña parodia de cómo Manford montaba sobre sus hombros. Allí, ella utilizó su espada de impulsos para cercenar la cabeza de la base del cuello del mek

Con un gemido, la máquina gigantesca perdió el equilibrio y cayó de nuevo. En cuestión de segundos, los alumnos la habían destrozado en innumerables pedazos, destruyendo cada posible circuito funcional.

Satisfecha, orgullosa y llena de júbilo, Anari regresó con Manford. Se limpió el sudor de la frente y le hizo una reverencia de agradecimiento.

Fue maravilloso—dijo él—, verte en acción en tu elemento.

Fuera del perímetro de la lucha, el aprendiz eviscerado gorgoteó y murió. Uno de los médicos de campaña femenino había tratado de detener la hemorragia y meter los intestinos del hombre de nuevo en su abdomen. Ahora ella se limitó a sacudir la cabeza, levantó las manos ensangrentadas, y se inclinó con respecto al guerrero caído por la valentía que había demostrado, a pesar de que sólo era un aprendiz.

Fleur miró el combatiente muerto, con un atisbo de tristeza, y luego dedicó su atención al resto de los combatientes.

Los Maestros Espadachines luchan y mueren. Es por eso que estamos aquí.

La mente del hombre es sagrada—dijo Anari.

Manford habló en voz alta al Maestro Fleur.

Los seres humanos pueden ser influidos con tanta facilidad, y alguien tiene que mantenerlos en el camino, alguien con una visión clara. A algunas personas puede no gustarle, pero nosotros los Butlerianos tenemos una vocación más elevada.

Su llamado es nuestro llamado—Fleur levantó la barbilla—. Observe, casi han terminado.

Los doce alumnos restantes continuaron rompiendo el mek de combate, incluso después de haber caido. Uno de ellos desacopló un conjunto de los brazos articulados de combate y los sostuvo como un trofeo. Los otros aprendices metódicamente desmantelaron el robot de lucha y arrastraron las piezas esparcidas por el césped. Uno sostenía la cabeza ovoide cortada.

¡Otro oponente vencido, Maestro!—gritaron. En torno a él, los alumnos Espadachines parecían vapuleados y agotados, pero sus ojos brillaban de emoción salvaje.

Manford le dijo a Fleur:

Necesitamos que cientos más como estos se unan a nuestra causa. Con nuestra nueva flota, debemos actuar contra innumerables mundos, para vigilarlos y asegurar que la tecnología peligrosa nunca se expanda desenfrenada de nuevo.

Tendrás tantos Maestros Espadachines como necesite—le prometió Fleur.

Bien. Muy bien—dijo Manford, y luego continuó en voz más baja—: No todos nuestros enemigos son tan obvios como un mek de combate, sin embargo.

***

CAPITULO 59

Cualquier intento de modificar los textos sagrados, por más falible que sea, es inherentemente peligroso.

EXTRACTO de un informe confidencial, solo para los ojos del Emperador.

Necesito un argumento convincente para que el viejo edificio de la Escuela Suk deba ser derribado, así enviaremos un mensaje—dijo Salvador con un gemido—. Los Butlerianos me obligaron a estar de acuerdo con ellos, y la van a destruir de una manera u otra, pero necesito que me proporciones una excusa de legítima resonancia.

Roderick luchaba con sus necesidades mientras los dos hermanos estaban reunidos en el frondoso jardín de invierno del Palacio.

Es una cosa muy triste, y Manford Torondo está equivocado en estar resentido con ellos así. Ambos sabemos que los doctores Suk proporcionan un servicio valioso, para aquellos que pueden permitírselo. Ellos se cuidan de no utilizar la tecnología cuestionable.

¿Tecnología cuestionable? Las turbas de Manford cuestionan toda la tecnología.

Si nuestro propio padre hubiera buscado atención médica a tiempo, no habría muerto a causa de un tumor cerebral.

Salvador cogió aire.

Y entonces no me habría convertido en el gobernante supremo cuando lo hice, así que hay un resquicio de esperanza.

Roderick asintió lentamente. Tenía que llegar a una buena justificación para derribar la sede de la vieja Escuela. Si aportaba el hecho de que el ex administrador Suk, Elo Bando, había engañado a Salvador por una fortuna por procedimientos médicos innecesarios, se podría causar la suficiente cantidad de escándalo, pero también haría a su hermano parecer un tonto. Dudaba de que pudiera convencer a Salvador de que había sido engañado.

Tal vez podamos juguetear con las cuestiones de irregularidades financieras. Ha habido rumores, ya sabes.

O iniciar un rumor por nuestra cuenta de que poseen un ordenador en funcionamiento encerrado en una habitación escondida en alguna parte—Salvador dejó escapar un suspiro de impaciencia—. La gente de Manford no se molestará en comprobar los hechos. Van a arrasar el edificio hasta los cimientos, y no les importará si la tienen o no encuentran nada.

Eso ciertamente funcionaría, pero una mentira como esa haría un enemigo de la Escuela Suk—dijo Roderick, aumentando la alarma.

No hemos visto miles de doctores Suk pululando por la capital amenazando con la violencia -es de los Butlerianos de quienes tenemos que preocuparnos-. Necesito lanzarles un hueso, y Manford Torondo dejó claro lo que quiere—Salvador negó con la cabeza, y sus ojos parecían asustados—. Pero tenemos que salvar la situación de alguna manera con los doctores Suk. Vamos a solicitar un médico personal dedicado a mí de la Escuela Suk en Parmentier, como una muestra de nuestro apoyo. Una vez que enviemos a Manford y sus secuaces sin sentido lejos, puedo hacer las paces con los Suk.

A medida que se paseaban entre el follaje exótico por todo el jardín de invierno, Roderick intentó de nuevo aconsejar cautela, pero Salvador dijo:

Me has aconsejado en el pasado a ser lógico en lugar de emocional, pero estoy tratando con personas excitables. Odio ser encajonado, pero me veo obligado a apaciguar a los Butlerianos. Si alguna vez se vuelven contra mí, van a arrastrar a toda la familia Corrino por las calles y poner a cualquiera en el trono.

No te preocupes, hermano—dijo Roderick—. Yo nunca dejaría que eso suceda.

*

A la mañana siguiente, el Emperador Salvador se despertó con la decisión de que iba a nombrar a su primer hijo Salvador II. (Roderick había sido su segunda opción). El problema era que no tenía hijos, ni hijas, tampoco. Ni por parte de su esposa o de cualquiera de sus concubinas.

Como Emperador, se esperaba que Salvador tuviera un heredero, tarde o temprano, de preferencia uno legítimo -y la Emperatriz conocía sus deberes en este sentido-. Se había estipulado en el contrato de matrimonio.

La noche anterior, él y Tabrina no se había peleado para variar, lo que le dio  débiles razones para la esperanza. Durante la tarde, Tabrina había hablado con la viuda Orenna sobre su propia relación con el desaparecido Emperador Jules, y que le había dado cosas en que pensar a la Emperatriz. Ella y Salvador tuvieron una agradable comida, con buen vino, y una bonita y larga conversación que duró hasta bien entrada la noche. Hablando como embajadores de países que habían estado durante mucho tiempo en guerra, discutieron detenidamente cómo podrían encontrar maneras de tener un futuro mejor. Por desgracia, su acercamiento no había incluido una cama compartida, todavía no, pero él decidió no pasar la noche con una de sus concubinas, tampoco.

Temprano a la mañana siguiente, vestido con una bata de baño elegante y ropa interior (que sus asesores le aseguraron que sería seductora), caminó a lo largo del segundo piso del pasillo hacia las habitaciones privadas de Tabrina. Olía a colonia cara, y la pequeña mota de pelo marrón tenue en la parte superior de su cabeza brillaba por una loción aromática.

Llamó a su puerta adornada, y fue recibido por una sirvienta con un rostro ovalado y buena figura. No era tan atractiva como sus concubinas, pero atractiva al fin. Por el momento, sin embargo, su propia esposa ordenó su atención. La sirvienta parecía muy sorprendida de verlo, pero él se abrió paso por delante de ella.

Estoy aquí por la Emperatriz.

Por delante, la puerta del camerino de Tabrina estaba entreabierta, y él empujó para abrirla.

Buenos días, querida—Le dio su sonrisa más amable.

Tabrina se volvió y miró sorprendida e irritada. Sus ojos oscuros y almendrados recorrieron su cabello y vestido, y su expresión se convirtió en desconcierto y su tono de voz era malhumorado.

¿Qué es lo que quieres?—La amabilidad de su conversación en la cena se había ido.

Desconcertado, Salvador balbuceó en un primer momento, y luego dijo:

Pensé que podríamos terminar lo que empezamos anoche. Sellar la nueva fase de nuestra relación.

¿Qué nueva fase?

Nos llevamos muy bien…

¿Entonces has venido aquí para decirme otorgarme un papel más amplio en el gobierno? ¿He sido ascendida a una nueva posición? ¿Consejera de Comercio, diplomática, legisladora?

Yo, eh, no me he reunido con mis asesores todavía.

Por lo tanto, no tienes ninguna razón para estar en mi habitación, ¿verdad?

Pero yo… Yo soy el Emperador. ¡Te puedo mandar a mi cama!

Las cejas alzadas de Tabrina y la fría mirada respondieron con mucha más claridad que las palabras. Por último, dijo:

Deja de perder mi valioso tiempo y vete con una de tus concubinas, si no puedes controlar sus impulsos.

Aturdido y confuso, se retiró de la puerta con paso veloz, sin sentirse como el gobernante de miles de mundos.

Salvador desayunó solo en la mesa del comedor que hacía tiempo debería haber compartido con su Emperatriz. Deseó que nunca hubiera escuchado a sus asesores, que insistieron en que el matrimonio con la Casa Pele era un partido político perfecto. Tabrina se comportaba demasiado pretenciosa para una mujer de una familia tan poco sofisticada, aunque rica.

Roderick entró mientras el Emperador estaba bebiendo su primera taza de café mezclado con melange. Reconoció el mal humor de su hermano al instante.

¿Qué pasa, Salvador?

Con su espeso cabello rubio y rasgos cincelados, Roderick parecía totalmente relajado en su hermoso cuerpo. Lo peor de todo, tenía un matrimonio feliz y cuatro hermosos hijos. Sin embargo, Salvador trataba de no culpar a Roderick por sus frustraciones. Suspiró y dijo:

Estoy desanimado por mi relación con la Emperatriz -o mi falta de una—Parpadeó hacia su plato de comida—. Ni siquiera recuerdo haber probado mi detector de venenos en la comida. ¿Me veo bien? ¿Ves a mi piel cambiar de color?—Se frotó las sienes—. ¿Se tambalea mi voz? ¿Cualquier cosa en mis ojos?

No, estás perfectamente normal, aunque más angustiado de lo habitual. Ves un nuevo médico cada semana. Debemos tratar de conseguir a un médico personal estable—Su expresión se convirtió en profesional—. Déjame entrevistarlos, para que pueda asegurarme de obtener lo mejor que la Escuela Suk tenga para ofrecer.

Eres tan bueno conmigo, Roderick, pero echo de menos al atento Elo Bando; era el único que realmente entendía mis males.

Un destello de disgusto cruzó el rostro del hermano menor.

Sí, pero el Dr. Bando se ha ido. Tenemos que encontrar una alternativa adecuada—Roderick levantó una cafetera de plata, rellenado la copa de Salvador, y también la suya.

Quiero lo mejor.

Como gobernante del gran Imperio, Salvador tenía que mantener su estado de salud perfecto, pero tenía muchas enfermedades, la mayoría de ellas causadas por el estrés de su posición. Sí, necesitaba un médico cerca a su lado en todo momento, alguien familiarizado con todos los aspectos del expediente médico de Salvador, listo para responder a cualquier problema.

La amenaza de asesinato siempre está presente, por lo que necesitamos un médico en el que podamos confiar absolutamente—dijo Roderick.

El Emperador miró su café.

Eres la única persona en quien confío mi vida, Roderick. Por favor, envía la palabra a la sede principal de la Escuela Suk en Parmentier, y comienza el proceso de selección de candidatos.

Roderick fue considerado.

Bueno, ya tuviste a la cabeza de la escuela como tu médico personal una vez.

Sí, y me gustaba. No me he sentido verdaderamente saludable desde que se quitó la vida—Dejó escapar un largo suspiro.

¿Por qué no exigir al nueva directora de la Escuela Suk como tu médico privado? La Dra. Zhoma es probablemente la médico más competente que tienen. Voy a entrevistarla. Ella nos sirvió bien cuando le pedimos que confirmara las muestras genéticas de Vorian Atreides.

Salvador no había quedado impresionado con ella.

Tiene una personalidad que no empatiza mucho con el enfermo. Ella es ruda, poco amigable.

Y competente. He estudiado su expediente, Salvador. Ella es seria y confiable, y su conocimiento médico es completo.

Suena a propaganda—Sorbió su café—. Pero tienes razón, no he tenido ninguna buena suerte al elegir mis propios médicos, y la directora de la Escuela Suk es una persona apropiada e impresionante para atender a mis necesidades médicas. Voy a confiar en tu consejo.

Roderick asintió.

Con tu permiso, me pondré en contacto con la Dra. Zhoma en privado y solicitaré sus servicios. Esta nueva posición le dará una gran cantidad de influencia personal y política, y más compensando la pérdida de su antigua Escuela en Zimia. Podemos arreglar con la doctora que aún seguimos apoyando de forma privada a la Escuela y a sus esfuerzos para ayudar a la humanidad, a pesar de las realidades políticas con los Butlerianos. Un poco de toma y daca.

Bien, me gusta eso. No hay manera de mantener a ambos lados completamente felices, pero tal vez podamos suavizar algunas plumas erizadas—Sí, Roderick habría sido un mucho mejor Emperador… y sin su hombro donde apoyarse, Salvador habría sido mucho más débil—. Prométele a la Dra. Zhoma que si ella se convierte en mi médico personal, y hace el trabajo que espero que haga, voy a hacer lo que pueda para proteger la Escuela Suk en Parmentier, garantizando su autonomía o algo así. Ella puede dejar que un socio se haga cargo en su ausencia, el Dr. Waddiz.

Sí, yo me encargo de él.

*

Más tarde esa mañana, para su primera reunión oficial, una pequeña delegación llevó hasta Salvador, en la sala Imperial de audiencias, toda una colección de libros encuadernados y listos para hacer una presentación. Vestidos con el uniforme azul pálido de la Imprenta Real de la Cofradía, se inclinaron ante el Emperador y su hermano.

La mayor del grupo, Nablik Odessa, era una mujer de piel oscura con un rostro mofletudo y ojos inteligentes. Ella dirigió hacia la organización de la imprenta.

Señor, tenemos el placer de presentarles la nueva edición de la Biblia Católica Naranja, recién salida de las prensas. Tan pronto como recibamos su sello de aprobación, podremos imprimir las primeros cien millones de copias para su distribución entre la población—Extendió un grueso volumen encuadernado de cuero anaranjado.

Le presentamos la Edición del Emperador Salvador—dijo uno de los otros impresores, un hombre pequeño con un bigote gris. Sonrió—. ¿Le gusta, señor? ¿Hay algo que desee cambiar?

Salvador se rio entre dientes.

¿Quieres que corrija todo el libro de un vistazo?

No, Sire. Lo siento mucho, pero estoy un poco emocionado—El pequeño hombre estaba inquieto, mirando mientras el Emperador estudiaba la página del título con su nombre en él, y luego hojeaba el libro.

Es un hermoso volumen. Digno de tener mi nombre en él— Miró a Odessa—. ¿Han revisado este con cuidado?

Equipos enteros lo han comprobado, Sire. Cada palabra. Le aseguro, tomamos medidas de control de calidad extraordinarias.

Salvador miró a Roderick, y luego a las impresores.

Nuestros teólogos discutieron durante cinco años sobre los parrafos en disputa de la edición anterior, y hemos luchado por eliminar todos los aspectos controvertidos. No queremos ningún disturbio esta vez.

Odessa miró a sus colegas.

Esa parte del proceso está fuera de nuestro control, Sire. Producimos solamente el libro físico.

Salvador cerró el volumen.

Bueno, entonces, no quiero oír hablar de una palabra mal escrita aquí, porque eso sería una mala imagen para mí. La mayor parte de la financiación proviene de mis propias arcas.

El libro está limpio, señor, le doy mi palabra.

Muy bien, entonces. Pongan en marcha las prensas.

La copia que mantiene es de la primera impresión, una edición especial limitada, con todas las copias numeradas.

Sí, veo que tengo el número uno.

Hemos traído copias adicionales con nosotros—Odessa hizo un gesto a los libros que sus compañeros mostraron, y hacia más volúmenes apilados en mesas en la parte trasera de la sala de audiencias.

Roderick se aclaró la garganta, y se acercó a su hermano.

Yo los pedí. Si pudieras firmar algunos para varios dignatarios, los distribuiremos de manera prioritaria, de acuerdo a una lista que he preparado—Hizo una pausa, luchando por contener una expresión de disgusto—. Y uno personal para Manford Torondo.

Salvador estaba molesto, pero comprendió la necesidad.

¿Crees que se sentirá honrado de recibirlo?

Probablemente no, pero va a estar indignado igual si no le enviamos una.

Sí, sí, ya veo lo que quieres decir.

Roderick le entregó una pluma, y él firmó personalmente una copia para Manford, antes de pasar a lo largo.

Muchos nobles han pedido su firma—dijo Odessa, sonriendo.

La mitad de ellos preferiría verla en una carta de renuncia—dijo el Emperador con una pequeña sonrisa—, o en una transferencia de crédito de gran tamaño.

Luego firmó los veinte libros en poder de la delegación, añadiendo personalizaciones para varios dignatarios de acuerdo a las notas que su hermano le dio.

***

CAPITULO 60

Las pequeñas experiencias conforman las bases de nuestra existencia. Eso es calculable.

Diálogos de Erasmo.

Karee Marques se había marchado tras su visita, y Gilbertus no había oído palabra alguna sobre Draigo Roget. El Director se sentía muy solo en la Escuela Mentat, pero tenía tiempo para su propio tranquilo trabajo. Se había hecho a la idea de que tendría que tomar otro riesgo por Erasmo.

Habló con el brillante núcleo de memorias del robot independiente.

Ha tomado una gran cantidad de esfuerzo, Padre, pero tengo una sorpresa para ti. Incluso he logrado hacer un bypass a tus ojos-espía para mantenerlos en secreto.

Erasmo sonaba encantado.

He aprendido mucho de las sorpresas.

Requiere que vengas conmigo—Colocó el núcleo de memoria esférica en una maleta y lo llevó fuera, caminando con confianza hasta el pequeña marina construida sobre el amplio lago del pantano. Nadie le preguntó al Director de la escuela adonde iba.

Gilbertus subió a un pequeño bote a motor, metió la maleta bajo un banco, y se alejó en su nave por las aguas verdosas del lago del pantano iluminadas por el sol. Mientras aceleraba sobre el agua, los insectos zumbaban a su alrededor a pesar del sistema repelente electrónico en la proa.

Cuando se acercó a una pequeña isla adornada con altos juncos y árboles nudosos, dio una vuelta hasta el otro lado, fuera de la vista de la escuela, y dirigió el bote por un canal estrecho dominado por árboles caídos y ramas de parra que tocaban el agua. El bote empujaba el follaje fuera de su camino mientras se deslizaba más allá de una playa fangosa. Después de la graduación y partida de Draigo, Gilbertus había ido allí varias veces, trayendo componentes del almacén de enseñanza, pieza por pieza, qhasta que lo había ensamblado para sorpresa de Erasmo.

Un muelle pequeño oculto surgió automáticamente de la pared de vida vegetal, dejando a Gilbertus un lugar para atracar. Salió del bote, llevando la maleta, y luego la abrió para que las ópticas del núcleo de memoria pudieran beber de los deliciosos detalles.

Los pequeños altavoces proyectaron la voz del robot.

¡Un nuevo entorno! ¿Es este nuestro destino?

Llevando el núcleo, Gilbertus empujó por último unas gruesas ramas colgantes, siguiendo un camino sutil pero memorizado por el barro, hasta que llegaron a la pequeña cabaña de madera que él había construido como un refugio privado. El personal de la escuela sabía sobre su casa de contemplación, pero no lo que guardaba en su interior. Las ventanas estaban cubiertas, y el edificio bien sellado.

Sacó las llaves del bolsillo del chaleco, abrió la puerta de la casa, y entró en el edificio de una sola habitación. En el centro de la cabaña había un maltrecho y desactivado robot de combate.

Lo hice por ti, un nuevo cuerpo—dijo—. Es sólo temporal, pero te puede conceder movilidad por un tiempo.

La voz del robot contestó después de una larga pausa.

Muy peligroso… pero muy apreciado. Gracias—La voz simulada sonaba un poco mareada.

Gilbertus insertó el núcleo de la memoria en un puerto en el cuerpo de combate del robot, colocando las conexiones en su lugar. Ya había quitado el control de la mente rudimentaria original del mek, y ahora Erasmo hacía sus propias nuevas conexiones. Jamás llegaría a ser lo mismo que la forma de metal líquido familiar que solía tener, en la que le gustaba llevar ropas elegantes e imitar expresiones humanas. El cuerpo original Erasmo había sido destruido en Corrin, pero esto tendría que servir por ahora.

Gilbertus sintió una oleada de emoción a medida que el cuerpo robótico empezó a moverse. El mek se había construido para la fuerza y ​​el poder, no por la belleza, y Erasmo dio pasos lentos al principio. Con los sensores visuales activados, el parche de voz volvió a la vida, y la voz sonó contundente y poco familiar.

Esto es… maravilloso, hijo mío.

Gracias. Lamento no poder hacerlo mejor.

Todavía no. Pero tengo fe en ti.

Erasmo comenzó a caminar en su nuevo cuerpo alrededor de la pequeña cabaña, dando pases audaces a través del piso de madera dura.

Algunos de los sistemas necesitan ajustes, pero no puedo llevar a cabo las reparaciones internamente.

Sacando al exterior al torpe mek, Gilbertus lo llevó por caminos ocultos a través de las hierbas del pantano.

Esto está muy lejos de nuestros paseos ocasionales a través de tus jardines contemplación de Corrin, pero es lo mejor que hemos tenido en mucho tiempo.

Y nuestras conversaciones pueden ser igual de estimulantes.

Al acercarse, una inmensa garza de alas rojas despegó desde el agua pantanosa y se elevó hacia el cielo.

Esto te da la oportunidad de estirar las piernas y recordarás cómo eras como un robot independiente, pero tenemos que tener cuidado. Si los Butlerianos descubren esto, te destruirán para siempre—Las palabras quedaron atrapadas en su garganta, y sintió las lágrimas ardiendo en sus ojos—. Yo no quisiera eso.

En un estanque soleado cerca de la costa, dos grandes jorobas verdes y negras rompían la superficie del agua. Desconfiando de las criaturas que habitaban el lago del pantano, Gilbertus dio un paso atrás desde la orilla, pero Erasmo utilizó los sensores visuales del combate del mek.

Sólo son tortugas-aleta, las estudié en la biblioteca de ciencias de la escuela, pero hay poca información disponible. Los biólogos humanos realmente deberían prestar más atención a la diversidad de este continente.

Le echaré un ojo cuando regrese a la escuela.

El mek de combate se giró hacia él.

No es necesario. Voy a capturar una para el estudio, y así podremos analizarla los dos juntos—Impulsivo y excesivamente entusiasmado con su nueva libertad, Erasmo se metió en el agua hacia las tortugas. Derramó su pesado cuerpo en el barro y el agua marrón se levantó hasta su pecho.

Eso no es necesario—lo llamó Gilbertus—. Los pantanos aquí son inestables. No puedo garantizarte la integridad de tu cuerpo—De hecho, se había asegurado que el mek no fuera duradero, por si acaso. Y había utilizado una proyección Mentat para predecir cómo el robot independiente iba a reaccionar. Las tierras bajas alrededor de su cabaña de contemplación estaban rodeadas de lodo traicionero, una medida de seguridad adicional.

El robot se arrojó pesadamente en el barro espeso, con la intención de alcanzar a las lentas tortugas que dormitaban en el agua a los rayos del sol a diez metros de la orilla. Las tortugas levantaron la cabeza en forma de bala y observaron a la máquina corpulenta que caminaba y se acercaba a su territorio.

Erasmo levantó una de los brazos de armas del mek.

El circuito de aturdimiento no funciona—dijo.

Deshabilitado intencionadamente—admitió Gilbertus—. Acuérdate de los requisitos Butlerianos.

Entonces voy a capturar un espécimen de forma manual—y empujó más profundamente en el lodo.

Por favor, no lo hagas. Quédate contento con tu movilidad en la isla. Si te hundes en el pantano, es posible que no pueda recuperar el núcleo de memorias—A pesar de la advertencia, no esperaba que Erasmo demostrara moderación.

Las tortugas gruñeron y saltaron fuera, remando en el marasmo de las hierbas del pantano. Erasmo empujó al mek de combate adelante aumentado la velocidad, pero su cuerpo pesado se desaceleró y se detuvo en el cenagal. Se inclinó y hundió y sus circuitos parpadearon. Mientras luchaba, el barro salpicaba en todas las direcciones.

¡Este cuerpo ha perdido su integridad!—Increíblemente atrapado en el lodo, el robot se debatió, pero más agua se filtró en los circuitos sensibles, cerrando varios sistemas de movilidad.

Gilbertus recuperó una canoa suspensora estrecha que almacenaba en su casa y, cuidadoso de los depredadores en el agua, se deslizó hacia donde el voluminoso mek había quedado empantanado y hundiendo.

Parece que he calculado mal—dijo Erasmo.

Me di cuenta de que la estabas pasando bien, pero es obvio que aún no estás listo para un nuevo cuerpo—Gilbertus alcanzó al mek y vio con creciente alarma la rapidez con que se estaba hundiendo en el pantano. Trabajó para quitar el panel de acceso, sumergiendo las manos bajo el agua. Vio dos cosas viscosas negras deslizándose hacia él desde la costa: sanguijuelas slick segmentadas. Mientras los hombros del robot sumergido bajo la superficie se hundían más profundamente en el lodo, Gilbertus finalmente retiró el núcleo de memoria y lo sostuvo goteando fuera del agua. Con un empujón, deslizó la canoa suspensora en el momento en que llegaban las sanguijuelas viscosas y rodearon al mek sumergido, poco impresionados con su presa.

Volvió a la orilla, y llevó a la esfera de circuitos gelificados de nuevo a la cabaña de contemplación.

Te has excedido—dijo—. No puedo correr el riesgo de hacer contrabando con otro cuerpo fuera de la escuela. No en mucho tiempo.

Aunque estaba decepcionado, el robot independiente expresó su emoción.

A pesar de la corta duración, fue de lo más agradable. Un recordatorio de las cosas que podemos hacer una vez que pueda moverme otra vez.

***

FIN PARTE IV.

ACCEDE AQUÍ AL INDICE de partes de la traducción de «La Hermandad de de Dune» en el blog para leer más.

NOTA: Visitad «Bienvenido a Danielared» para conocer el manifiesto sobre las traducciones como Dunefan. Traducción de Faku J. Berrade. Adaptada por Danienlared.

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